Publicado en El Español Desde la penicilina hasta el marcapasos, son muchos los descubrimientos científicos que llegaron por casualidad o incluso por accidente a su uso clínico actual. Uno de los casos paradigmáticos es el descubrimiento del sildenafilo (comercializado como Viagra), estudiado inicialmente como un fármaco para la hipertensión pulmonar, que acabó convirtiéndose en la inestimable ayuda para la erección de millones de hombres en todo el mundo. Y todo porque se vio que los ratones en los que se probaba el entonces candidato a medicamento sufrían un efecto secundario que muchos desearía como primario. Experimentos que no salen como deberían, o fármacos que curan síntomas para los que no fueron ideados son fenómenos muy frecuentes en medicina a los que los científicos deben prestar especial atención para no dejar pasar lo que podría ser un gran hallazgo.