Publicado en La Voz de Galicia Un tumor es como cualquier otro organismo vivo. Si no se alimenta, se muere. Y ocurre que en esta lucha por la supervivencia es un gran tramposo. Engaña a las células endoteliales para crear nuevos vasos sanguíneos, su fuente de oxígeno y nutrientes que le permite crecer y extenderse a otros órganos, la temida metástasis, la responsable del 90 % de las muertes por cáncer. Lo hace, en parte, silenciando un minúsculo fragmento de material genético, un micro-RNA, que está presente en las células sanas, pero que desaparece en las tumorales. Es a partir de ese momento cuando se dan el gran atracón. ¿Cómo hacer para que se mueran de hambre? Restableciendo la función de miR-20ª, el ácido nucleico que impide la proliferación de vasos sanguíneos. Es la diana terapéutica hacia la que dirigir la terapia génica que imponga orden en el organismo y que ha sido descubierta por un equipo de la Universidad del País Vasco. Quedaba, sin embargo, por responder otra pregunta clave: ¿cómo hacerlo? De ello se encargó el grupo de Farmacología, Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidade de Santiago que ha patentado un sistema para diseñar nanopartículas a partir de compuestos ampliamente empleados por la industria farmacéutica, como los esteres de sorbitán.