Pero no solo el equipo, ya que el estado de ánimo de los líderes también influye en los miembros del equipo. Hay un contagio del citado estado de ánimo y además este impacta en la coordinación del equipo. Por ello, es esencial que los líderes y jefes tengan muy en cuenta el papel de su estado de ánimo y sus emociones y el impacto que tiene en el desempeño y el clima laboral.
Al final es un círculo vicioso, y todo influye en los resultados. Y muchas veces nos centramos en los proyectos, las teorías, los nuevos modelos de atención, y no nos damos cuenta que sin un clima laboral positivo, con un buen modelo de liderazgo y un equipo bien coordinado y cohesionado, poner en marcha esos proyectos o modelos no tiene sentido. Por eso, cuando se lanzan proyectos globales para su puesta en marcha a nivel local, requieren de una adaptación previa a la situación de cada unidad o centro. Si no se hace así, va a costar mucho implantarlo, y al final solo queda la solución del liderazgo estilo capataz (y volvemos al dilema de conseguir resultados a costa de tener equipos que no se creen lo que hacen).