Publicado en Muy Interesante El calor del verano y el tiempo libre que otorgan las vacaciones hacen que piscinas, lagos y playas se llenen de gente que busca un breve y refrescante descanso. Las actividades acuáticas son un clásico de estos meses y una vía de escape contra el calor muy necesaria. Sin embargo, no todas las aguas son iguales y el riesgo a padecer una enfermedad de transmisión acuática puede aumentar según dónde sea el esperado baño. Un nuevo estudio promovido por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDCP por sus siglas en inglés) señala que la presencia de productos químicos en el agua de las piscinas no garantiza la inexistencia de organismos perjudiciales para el cuerpo humano. Los síntomas más comunes suelen implicar diarrea, dolor de estómago o vómitos.