Publicado en El Español No es inusual que un científico tuerza el gesto cuando, buscando referencias, se compara su investigación con el argumento de una película de ciencia ficción. Samuel Sánchez Ordóñez (Terrassa, 1980), en cambio, se encuentra cómodo recurriendo a Viaje Alucinante para explicar su trabajo. En el clásico de 1966, un equipo médico con submarino incluido es miniaturizado para curar a una persona desde el interior de su organismo. Ese es el objetivo del joven bioquímico, minus Raquel Welch: nanosubs, nanorobots o medirobots que transporten directamente el fármaco al punto donde será más efectivo. Concretamente, a las células del núcleo de un tumor. Su propio ‘viaje alucinante’, hasta ahora, ha estado sembrado de éxitos. Doctorado en química en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se marchó a investigar a Japón y posteriormente ingresó en el Instituto Max Planck for Intelligent Systems de Alemania.