Guiarse por los protocolos y trasladar correctamente la información son claves para evitar condenas por mala praxis

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Una paciente acudió a la consulta de su doctor porque padecía de una serie de problemas al masticar. En la clínica le hicieron una radiografía y una ortopantomografía, con lo que se observó que los problemas al masticar se debían a una maloclusión esquelética y dentaria. Debido a un contacto irregular entre los dientes del maxilar superior e inferior, al cerrar la boca los dientes no encajaban debidamente en la mandíbula.

Para corregir esta patología se pautó cirugía ortognática. Una cirugía con la que se trataba de buscar el equilibrio entre el maxilar superior e inferior para que la boca pudiese cerrarse correctamente. Sin embargo, la cirugía no tuvo el resultado esperado, porque tras ella no solo persistía el problema de desequilibrio, sino que además como consecuencia de la operación la paciente sufrió parestesia en el nervio bucal y dolor agudo, que la impedía comer.

No obstante, fue sometida a una segunda cirugía ortognática, la cual se desarrolló con total normalidad y resultó un éxito porque se corrigió el desequilibro entre el maxilar superior e inferior. Podía cerrar perfectamente la boca y desapareció la parestesia y el dolor agudo.

Aun así, la paciente decidió interponer demanda, solicitando indemnización por los daños y perjuicios que le había causado el fracaso de la primera cirugía.

En la demanda alegó que había existido una mala praxis principalmente por dos motivos: en primer lugar, no se realizaron las pruebas preoperatorias oportunas con el fin de cerciorarse que la técnica empleada era la correcta y podía practicarse. Sin embargo, no señaló qué pruebas diagnósticas eran, a su juicio, las que debían practicarse y no se hicieron. Por último, añadió que no se informó de los riesgos objetivos e inherentes a la intervención porque no se le facilitó el consentimiento informado. No obstante, posteriormente reconoció que sí se facilitó el consentimiento informado pero que en el mismo no se hacía referencia al riesgo de parestesia ni dolores.

En la demanda alegó que había existido una mala praxis porque no se realizaron las pruebas preoperatorias oportunas con el fin de cerciorarse que la técnica empleada era la correcta

La defensa de los doctores alegó que se hicieron todas las pruebas diagnósticas que vienen establecidas en los protocolos y estándares clínicos, que en concreto son una radiografía y una ortopantomografía. Que para este tipo de casos no era necesario la realización de pruebas diagnósticas adicionales y que, por tanto, las que se hicieron fueron suficientes. Que igualmente, tal es así que eran suficientes que el diagnóstico que se hizo fue el correcto (maloclusión estética y esquelética).

De otro lado, en relación al consentimiento informado, expusieron que este se facilitó a la paciente, donde existía un apartado relativo a las posibles complicaciones y riesgos. Por lo que tuvo una información precisa y detallada de las posibles complicaciones que podrían surgir, entre ellas parestesia y dolores. Por todo lo anterior, se solicitó la desestimación completa de la demanda.

Finalmente, el juez dictó sentencia, acogiendo las alegaciones realizadas por la defensa de la clínica. Así, consideró que a la paciente se le hicieron todas las pruebas diagnósticas que vienen establecidas en los protocolos y guías médicas de referencia, en concreto la radiografía y ortopantomografía. En este sentido, manifestó que la defensa de la paciente apuntaba que no se realizaron las pruebas oportunas, pero, sin embargo, eran incapaz de concretar cuáles eran las que faltaban.

El juez dictó sentencia considerando que a la paciente se le hicieron todas las pruebas diagnósticas que vienen establecidas en los protocolos y guías médicas de referencia

Por otra parte, consideró también que se facilitó a la paciente el consentimiento informado, en el que se indicaban los posibles riesgos y complicaciones inherentes a este tipo de cirugías, por lo que la paciente tuvo un conocimiento preciso y detallado de los riesgos de la intervención, decidiendo conscientemente someterse a ella.

Por todo lo anterior, el juez desestimó de pleno la demanda.

Por último, el juez recordó que, con frecuencia, se olvida que los médicos actúan sobre personas y la intervención médica está sujeta al componente aleatorio propio de la misma. De esta manera los riesgos derivados de las distintas técnicas de cirugía pueden no estar tanto en una mala praxis sino en las simples alteraciones biológicas de cada uno.

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