Publicado en Diario Sur
Cristina Iñaste es una de esas personas a las que la vida le dio un vuelco inesperado cuando llegó el temido diagnóstico. Tenía cáncer de colon con metástasis en grado 3. Al desconcierto del conocimiento de la enfermedad siguieron las duras sesiones de quimioterapia durante un año y una operación de urgencia para retirar partes de los órganos más afectados por el tumor, pero el cáncer no cedía. En un callejón sin salida, Cristina, asesorada por los profesionales, su padre -relacionado laboralmente con el sector sanitario- y el resto de su entorno familiar y afectivo, comenzó a buscar terapias alternativas basadas en ensayos clínicos ya probados. Entonces apareció la inmunoterapia, ese tratamiento contra el cáncer que ahora ha sido reconocido con el Nobel de Medicina para dos de sus grandes investigadores y que comienza a abrirse paso frente a terapias más consolidadas como la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía, pero más agresivas para el organismo en la mayoría de los casos.