El pluripartidismo no trae la paz sino más guerra. Dr Enrique Normand

..Enrique Normand. Médico, exdiputado autonómico en la Asamblea de Madrid.
El próximo domingo vuelve a haber elecciones generales anticipadas en España. En las anteriores, también anticipadas, la participación fue la menor de nuestra breve historia democrática: un 66,5%, muy lejos del 80% alcanzado en 1982.

La suma de indecisos y abstencionistas en el barómetro preelectoral del CIS, la mayor encuesta publicada sobre las próximas elecciones, supera el 40%. Podría parecer paradójico que el aumento del número de partidos de ámbito nacional que llegarán al Congreso de los Diputados se asocie con este estado del electorado. Pero reconozcámoslo, la situación es confusa.

Por un lado, hemos pasado de la tradicional tensión o enfrentamiento entre dos partidos mayoritarios, PP frente a PSOE, a una tensión entre dos bloques, PP-Cs-Vox frente a PSOE-UP, a la vez que se generan tensiones iguales o mayores dentro de cada bloque. Desde un punto de vista electoral, el pluripartidismo no trae la paz sino más guerra. Así, el espacio electoral de cada partido se estrecha a la vez que el abanico de opciones para los votantes de un mismo espectro se amplía. Y aunque la identidad ideológica del votante importa, entran en juego otros factores (edad, lugar de residencia, situación socioeconómica, medio de comunicación por el que se informa habitualmente…) que convierten el voto en algo más volátil e influenciable por tendencias o, dicho sin ánimo despectivo, modas e impulsos.

El espacio electoral de cada partido se estrecha 

Por otro lado, el intento de golpe de estado en Cataluña por los partidos separatistas, felizmente frustrado por los cuerpos de seguridad y el poder judicial, ha disparado la tensión territorial en el conjunto de nuestro país. Con frecuencia dentro de un mismo partido de ámbito nacional se oyen voces no coincidentes, cuando no claramente contradictorias, sobre nuestro modelo territorial.

Pactar implica ceder y renunciar

¿Qué pasará después de las elecciones generales? Pues que, inevitablemente, los que antes parecían tan enfrentados tendrán que pactar. Pactar implica ceder y renunciar. Y será un mandato del conjunto de los votantes, de los que hayan votado a unos y a otros, no una traición a éstos. Por ejemplo, en el parlamento autonómico madrileño en esta legislatura se han aprobado dos leyes sanitarias, una de buen gobierno y otra de salud bucodental, que han requerido un acuerdo amplio. Ya no hay un rodillo del partido mayoritario y el parlamentarismo, el debate democrático de los representantes de los ciudadanos, adquiere mayor valor. Está pasando, aunque no todo el mundo se haya dado cuenta todavía, y es bueno que pase.

¿Dónde queda la Sanidad en medio de este lío? Pues en un segundo plano, donde ha estado siempre en el debate político en España. Al lado de la Educación, para que no se sienta sola. Es de esas cosas que se pueden transferir casi totalmente a las comunidades autónomas. Recientemente hemos comprobado como el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud puede no llegar a un acuerdo para mejorar la Atención Primaria, sin que ese bloqueo merezca grandes titulares en los principales medios generalistas.

¿Dónde queda la Sanidad en medio de este lío? Pues en un segundo plano, donde ha estado siempre en el debate político en España

Termino volviendo a la pregunta clásica: ¿votar o no votar? En mi opinión, votar es un deber cívico y esa no es la cuestión. ¿Qué votar? Lo que cada uno crea que mejor le va a representar los próximos cuatro años, o quizá cuatro meses…

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