Il Pirata en el Teatro Real, un violento drama interior vivido en un ambiente evocadoramente romántico

Il Pirata

..Redacción
Tras títulos tan dispares como el Don Carlo de Verdi y L‘elisir d‘amore de G. Donizetti, el Real continua su programación operística habitual. Ahora con la presentación de Il Pirata, un representativo título de Bellini, tercero de su catálogo, que compuso a los 26 años. Lo ofrece con una producción propia realizada en colaboración con la Scala de Milán. Se estrenó el año pasado con un triple reparto. Vuelve a estar en el escenario el tenor Javier Camarena tras su breve paso por la obra de Donizetti.

Este melodrama tiene dos largos actos con casi tres horas de duración. Está preparado sobre el libreto en italiano de Felice Romani. Lo compuso a partir de la traducción francesa de la obra trágica Bertran of the Castle of Saint Aldobrand. Il pirata es una obra del escritor irlandés Charles Maturín procedente, probablemente, de una antigua novela de Walter Scott. Su trama se desarrolla durante el siglo XII  en el castillo siciliano de Caldara y sus alrededores, donde llega el pirata Gualtiero para enfrentarse al Conde Ernesto. Gualtiero da muerte al Conde por haber obligado a Imogene, su amada, a casarse con él y tener un hijo.

Il Pirata es una producción propia realizada en colaboración con la Scala de Milán

La composición de Il Pirata respondió a un encargo del Teatro San Carlos de Nápoles. Su estreno se produjo con rotundo éxito en la Scala de Milán el 27 de octubre de 1827. Además, le abrió plenamente al autor las puertas de esta institució, así como las del mundo de la ópera italiana. Tras este éxito de Milán, fue presentada rápidamente con el mismo resultado en Viena, Dresde, Londres, New York. En Madrid fue estrenada en 1830 en el antiguo Teatro de la Santa Cruz.

Debido probablemente a su fuerte dificultad vocal, es un título que se ha ofrecido poco. Según las estadísticas de Operabase referidas al quinquenio 2005/2010 solamente ha subido a un escenario en cinco ocasiones. María Callas en el año 1958 lo cantó en la Scala milanesa y, seis años más tarde, lo hizo también en el mismo escenario la soprano española Montserrat Caballe. A partir de ahí, la obra salió de ese injusto letargo de más de cien años para comenzar a representarse de nuevo con la adecuada regularidad. Así, las 14 representaciones del Real en esta ocasión están dedicadas a la memoria de la gran soprano española.

La obra se estrenó el 27 de octubre en la Scala de Milán

Numerosos pasajes líricos cargados de una extraordinaria belleza llenan la obra. Entre ellos están los que se encuentran el aria inicial de Gualtiero Nell furor delle tempeste, las siempre llenas  de diversidad de Imogene y la extensa parte final de la célebre escena de la locura Cal sorriso di speranza. Entre todas ponen contínuamente al límite la técnica vocal e interpretativa de sus protagonistas. A lo largo de su dilatada historia Il Pirata ha sido interpretado por las mejores voces del momento, como María Callas, Montserrat Caballé, Renée Fleming o Marco Corelli, entre otros.

Según el director artístico, Juan Mataboch, es una ópera que resulta difícil de catalogar porque, estéticamente, se encuentra a caballo entre dos épocas. Por un lado la correspondiente a la transición clásica, heredera de la Ilustración. Por otro el drama romántico, compartiendo con l’elisir d’amore el carácter de obra de transición. El director de escena, Emilio Sagi, considera que aún  cuando su contenido encierre ese determinado aire nostálgico propio del siglo XIX, la concepción escénica de su música debe interpretarse desde la perspectiva de un adecuado aire moderno que refleje lo mejor posible la actualidad del mensaje que tanto texto como melodía pretenden transmitir.

El director de escena, Emilio Sagi, le da un aire moderno

Puesta en escena
La producción escénica, dirigida por Emilio Sagi y con escenografía de Daniel Bianco, se ha centrado con bastante fuerza en el emotivo carácter de su acción. Da preferencia al fatalismo dramático que se desprende  de la fuerte tragedia interna que viven sus dos principales personajes: Gualtiero e Imogene. Para esto ha recurrido a una estructura bastante atractiva como el movimiento de los espejos. Así se favorece que el espectador se pueda centrar plenamente en la  extraordinaria belleza que tiene el belcantismo de su partitura. También contribuye a ello la elegante simplicidad de los figurines de Pepa Ojanguren y la sutil iluminación de Albert Faura, sumamente efectiva. Se trata de una puesta en escena que, en principio, puede parecer fría. Sin embargo, es bastante práctica y fiel al libreto. El belcantismo, continua afirmando Sagi, otorga un mayor grado de libertad y creatividad al trabajo del director de escena. En este caso ha tenido momentos auténticamente impactantes como la ya citada escena final de la locura, ofrecida con una cuidadísima delicadeza.

La precisa concepción musical que Mauricio Benini tiene de esta partitura y la seguridad y brillantez del coro y la orquesta titulares del teatro, así como la consistencia y fluidez de las voces integrantes de los tres repartos, con un Javier Camarena pletórico en toda sus intervenciones, muy bien acompañado por la soprano Sonya Yoncheva (Imogene) y la canaria Yohan Auyenet –qué gran pareja lírica- hicieron que brillara de manera especial este último título operístico del año. Sin duda el mejor que podía esperar y recibir el aficionado en estas señaladas fechas.

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