Xusa Serra: “La angustia del profesional es por cómo puede morirse un ser querido. Es mal momento para morir”

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..Hortensia Mateo.
Miedo, angustia, incertidumbre, cansancio psicológico y físico, son los principales retos a los que se está enfrentando el profesional médico durante esta crisis del Covid-19. Sin embargo, este temor puede verse acrecentado cuando lo que están viviendo los pacientes se traslada al ámbito más personal. Por eso es importante evitar identificarse con el dolor ajeno y quedarse con todo lo positivo ocurrido durante la jornada. Así lo explica en esta entrevista a iSanidad Xusa Serra, profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UIC Barcelona y enfermera de la Unidad de Acompañamiento Educativo a las Enfermedades y el Duelo del Hospital Universitari General de Catalunya.

¿Nuestros profesionales se encuentran cerca del colapso psicológico?
Estamos viviendo una situación extraordinaria, nunca experimentada anteriormente, y cuando se producen circunstancias que no las puedes comparar con nada, cada día es un mundo. Sí, actualmente se está dando un momento de colapso ya que los profesionales tienen un contacto muy próximo e intenso con el dolor y la angustia de los demás, y los principales retos a los que se enfrentan diariamente son el miedo, la incertidumbre y el cansancio psicológico y físico.

Y aunque la carga de estrés que estamos viviendo es para toda la sociedad, nosotros, como profesionales, tenemos una carga extra porque estamos en la trinchera viendo cómo está ocurriendo todo en los casos más extremos.

Por ello, es justo que unas personas con una vocación tan grande se lleven lo mejor al final del día. Quedémonos con lo que se le ha podido dar a esos pacientes, con esa mirada de complicidad médico-paciente, con esa palabra amable que se le ha dado y que tanto ha agradecido.

Muchos de los pacientes, en el momento de fallecer, se encuentran únicamente acompañados por los profesionales. ¿Esto puede provocar situación de mayor estrés?
En la UCI, al temor de los profesionales se le suma la impotencia por el hecho de que la familia no pueda estar ahí con el paciente y que fallezca en soledad. Esto pesa y duele mucho. Por ello, se produce una situación de extra-estrés porque se traslada al ámbito personal. Es decir, no podemos llorar el dolor ajeno. Yo no puedo llorar por lo que tú estás viviendo. Pero si lo que te está sucediendo me puede pasar a mí, se me van a mover mis miedos, mis angustias y mi estrés. La angustia no es el morirse, es cómo se muere el ser querido. Es un mal momento para morir.

Al temor de los profesionales se le suma la impotencia por el hecho de que la familia no pueda estar con el paciente

La vida del profesional no solo discurre en el hospital, sino que diariamente vuelven a sus casas con las familias. ¿Se pueden dar sentimientos de culpa por “descuidarlas” en un momento tan delicado laboralmente?
Efectivamente, los profesionales tenemos la preocupación de nuestra propia familia. Pero más que por descuidarlas, quizá la preocupación vaya más dirigida hacia un pensamiento de: “Madre mía, que no me traiga nada del hospital”. Cuando llego a casa, me ducho, me cambio de ropa y deseo que mi familia no se contamine porque no soportaría haberlos contagiado.

En definitiva, sí, puede surgir un sentimiento de culpa y preocupación, pero más en este sentido, porque obviamente nos importa mucho el bienestar de los nuestros.

¿Cuál es el papel que juegan los compañeros de profesión en este momento?
Fundamental. Tener un buen grupo de compañeros es importante. Al final se convierten en mucho más que colegas. Yo puedo vivir cualquier cosa en esta vida, pero lo que es perjudicial es vivirlo en soledad. Por lo tanto, mis compañeros van a ser importantísimos para poder explicarles lo que me sucede. Simplemente el hecho de poder hablar, que alguien me escuche, que no juzgue lo que estoy pensando o sintiendo, es muy importante. En definitiva, se trata de hacer una terapia conjunta porque al fin y al cabo todos estamos viviendo la misma situación y los medios son comunes.

Tienen que intentar llevarse a casa lo mejor, todo aquello que han hecho bien durante el día. Pero nunca el dolor

¿Qué pautas recomendaría para combatir el estrés al que se están enfrentando?
Primero de todo, que intentaran llevarse a casa lo mejor, todo aquello que han hecho bien durante el día. Pero nunca el dolor. Porque el dolor ajeno lo ha de vivir cada persona y ellos no pueden ser receptáculos del dolor ajeno. Cada profesional ya tiene su propio dolor, su propia preocupación.

Por ello, les recomendaría que llegasen a casa, que parasen el mundo y que no se centrasen solo en cifras y en negatividad. Deben buscar maneras de conectar con la vida. Y que se permitan a sí mismos hablar de sus sentimientos, inclusive dentro de la propia familia. Porque una vez expresado lo que siento, seguramente se me despejen los nubarrones y consiga estar de mejor humor.

¿Falta formación psicológica de los profesionales?
Sí. Actualmente la formación se basa únicamente en contenidos académicos orientados a la lucha por la vida. Pero no es suficiente. Ellos deben disponer de una formación que les ayude a aceptar que también existe la necesidad de morir. Y que les dé herramientas para comprender qué, por qué y por quién sienten.

De alguna manera una formación que, ya que van a estar en contacto con el dolor ajeno de forma muy superior al resto de la población, les favorezca a sí mismos mediante el desarrollo de la inteligencia emocional. Porque aquella persona que sabe cómo cuidarse a sí mismo, será el que mejor que sepa cuidar a los demás.

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