Reorganizar el sistema

La Fundación Signo, que pronto cumplirá los 20 años de existencia, ha ido elaborando entre sus miembros y expertos sanitarios sucesivos borradores para reorganizar nuestro Sistema Sanitario, en aras a mejorar la calidad, la equidad, la eficiencia y la productividad del mismo, proponiendo los siguientes vectores del cambio

  1. El paciente, primero. Situar al paciente en el centro del SNS debe ser una directriz para todo el SNS. Esta propuesta se concreta en 11 medidas concretas que van desde la organización de los servicios en torno al paciente hasta el fomento de la capacidad de elección de los usuarios.
  2. Un modelo sanitario flexible e integrado, que se adapte a las necesidades de los pacientes. El manifiesto aboga por hacer desaparecer barreras que dificultan una atención integral y continuada a la mayoría de los pacientes que demandan servicios del SNS, con enfermedades crónicas y degenerativas, que a menudo se acompañan de discapacidad, dependencia y fragilidad. El SNS debe establecer un continuo con el sistema de servicios sociales, así como una clara integración (mucho más allá de la mera “coordinación”) entre atención primaria y especializada. Esta propuesta se concreta en 9 medidas concretas que van desde el desarrollo de modelos asistenciales sustentados en entornos colaborativos entre los profesionales que cooperan en la asistencia a los pacientes, explotando de una forma inteligente las TICs para facilitar la comunicación entre ellos hasta la creación de un sistema de información compartido por atención primaria, especializada y sociosanitaria, que permita la trazabilidad del proceso del paciente con independencia del ámbito asistencial.
  3. Un sistema equitativo, que garantice la más alta calidad asistencial con independencia del lugar de residencia, sexo, edad o condición social. En numerosas ocasiones garantizar la calidad precisa un volumen suficiente de procedimientos, por hospital y por profesional, por lo que el SNS debe garantizar el acceso al servicio más adecuado, aunque éste tenga un ámbito regional o estatal. Asimismo se debe velar para evitar variaciones no justificadas en la calidad de la asistencia, así como barreras geográficas, sociales o de otro tipo que pueden producir diferencias notables en los resultados. Se definen 4 medidas que garantizarían en cumplimiento de esta propuesta.
  4. Un gobierno para el SNS coherente con el modelo autonómico. La configuración autonómica del Estado Español y el proceso de descentralización de la asistencia sanitaria han sido un importante elemento en el desarrollo de infraestructuras asistenciales, de la disponibilidad de alta tecnología y de la adecuación de recursos a las necesidades de los territorios autonómicos. Este proceso también ha permitido una mayor sensibilidad y control por parte de los responsables políticos.
  5. Un nuevo liderazgo profesional. Los profesionales de la salud deben asumir el liderazgo del sistema desde una nueva perspectiva, en la que los pacientes sean copartícipes y adopten las decisiones informadas sobre su salud. Es imprescindible desarrollar equipos multidisciplinarios en los que las relaciones entre profesionales estén basadas en el conocimiento y la calidad. Esto exige fomentar la autonomía y responsabilidad de los profesionales, así como el compromiso, responsabilidad y desarrollo de nuevos roles. En este sentido resulta imprescindible fomentar la recuperación de los valores profesionales y evitar que la burocratización del sistema y la interferencia normativa ocupen el espacio que corresponde a estos valores. Lo que se ha denominado “profesionalismo” implica un concepto en el que el acento hay que ponerlo en el “contrato” entre el profesional y la sociedad dando respuestas a las exigencias de la misma. Esta propuesta se concreta en 4 medidas.
  6. La eficiencia como compromiso ético. El SNS está financiado solidariamente por todos los ciudadanos, utilizando un importante volumen de recursos, que se sitúan en el entorno del 40% del presupuesto de las Comunidades Autónomas. El uso eficiente de estos recursos es, por tanto, una obligación ética debiendo rendir cuentas de que se emplean con rigor, austeridad y eficiencia social
  7. Coste, eficiencia, productividad y calidad: una sinergia virtuosa. Durante los últimos años se ha mantenido una política, equivocada, de “acercar” servicios de alta tecnología y complejidad a poblaciones que no generan el volumen asistencial mínimo que garantice su calidad asistencial. Este hecho se acompaña de una ineficiente utilización del recurso humano y de una insuficiente productividad de los equipos. Se proponen 5 medidas para mejorar eficiencia, calidad.
  8. El reto de la solvencia. El gasto sanitario del SNS ha crecido un 1% por encima del PIB en los últimos años. La situación económica actual mucho más restrictiva, está generando un déficit de financiación que compromete su solvencia. Es importante que todos los agentes del sistema comprendan que el establecimiento de una financiación global para el conjunto de necesidades y demandas de asistencia sanitaria es uno de los principios democráticos y solidarios del modelo sanitario que diseñó la Ley General de Sanidad.
  9. El SNS como motor de innovación, desarrollo y competitividad. El SNS concentra una enorme cantidad de tecnología y conocimiento. Está, por tanto, en una situación inmejorable para ser un foco de investigación, desarrollo e innovación y en numerosos casos lo es.
  10. Invertir en TIC en la era de la información. Dentro del capítulo de I+D+i merece un apartado específico el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicaciones, fundamentales para el desarrollo de redes asistenciales, el establecimiento de una historia clínica compartida, receta electrónica, la disponibilidad de datos que permitan la evaluación y mejora continua, etc. Para ello es preciso afrontar, desde el ámbito del SNS, una inversión masiva, orientada, eficiente en sus retornos y que supera la estrechez de miras localistas para plantearlo como un gran reto estatal. La cooperación entre SNS e industria se considera esencial para el logro de este objetivo.
  11. Un nuevo enfoque de la colaboración público-privada, basado en una concepción societaria. La cooperación público-privada (CPP) ha sido generalmente enfocada en los últimos años como un mecanismo para financiar proyectos de inversión sin consolidar deuda pública y ocasionalmente como una forma de transferir un problema al sector privado, desentendiéndose de él. La aportación del sector privado al SNS puede y debe ser relevante tanto en la introducción de modelos de gestión más flexibles y eficaces, que sirvan de estímulo a la gestión pública mediante la comparación (“benchmarking”) de sus costes y resultados, como en la construcción, adquisición de equipamientos y mantenimiento de instalaciones complejas, así como en los aspectos -ya señalados- del impulso del SNS como motor de innovación, desarrollo y competitividad e incorporación y utilización masiva de las TIC en el sistema.

Opinión

Multimedia

Especiales

Atención primaria

Sanidad privada

iSanidadental

Anuario

Accede a iSanidad

Síguenos en