¿Qué hay de lo mío? Ya nadie defiende al médico

Lola Granada
La actual composición del sistema sanitario español está en manos de una serie de personas al frente de corporaciones, asociaciones, sindicatos o sociedades que no consiguen ser los verdaderos representantes de los médicos. Cada uno tiene sus intereses como demuestran en muchos de los gestos que hacen. Normalmente de “cara a la galería” se hacen manifestaciones o movimientos que no reflejan los verdaderos intereses de cada uno. Hay una falta de liderazgo que es necesario recuperar.
 
No es difícil encontrarse situaciones rocambolescas que muestran que el interés personal está muy por encima del interés colectivo, hasta el punto de que casi se puede decir que el interés colectivo se utiliza para los intereses personales de ciertos dirigentes.
 
La batalla de la sanidad está dividida entre varios tipos de representantes:
 
Administraciones públicas. Dirigidas por políticos con intereses políticos, entendiendo por interés político todo aquello que está relacionado con permanecer en el poder o buscar el poder. Los recientes acontecimientos en la Comunidad de Madrid como consecuencia del famoso plan Lasquetty son una muestra de poco interés por la sanidad, los profesionales y los pacientes. Una plan de choque de este tipo hubiera necesitado ser consensuado con los profesionales, cuantos más mejor, prepararlo sin contar con quien mejor conoce los defectos, virtudes y necesidades ni es inteligente, ni es integrador, ni es viable.
 
Asociaciones sindicales. Su esencial papel en la sociedad para defender a los trabajadores va perdiendo representatividad, lo que les hace estar luchando contra la subsistencia. No obstante los médicos necesitan asociaciones sindicales que defiendan las necesidades laborales verdaderamente. La figura del liberado no está bien vista porque hay muchos liberados que solo se preocupan por su situación y ya no representan ni a los médicos sindicados, que cada vez son menos.
 
Sociedades científicas. El potencial valor de una sociedad científica está vinculado con el estudio de la especialidad, pero la realidad es que no siempre se trabaja en esa dirección. La muestra de que hay intereses personales en algunas sociedades es palpable cuando se intentan poner o quitar presidentes, cuando se firman acuerdos e informes para ayudar a un laboratorio o cuando se negocian mayores o menores apoyos a las sociedades a cambio de coberturas mediáticas personales. Ahora mismo alguna sociedad científica está hasta judicializada.
 
Colegios y Organización Colegial. Su papel aglutinador debería ser esencial, especialmente en los momentos más difíciles, pero no es fácil manejar todas las sensibilidades. La representatividad actual es “poco coincidente” con las necesidades de los médicos porque los votos de los colegiados son muy escasos. Hay pocos médicos de prestigio involucrados en las tareas colegiales y no es difícil encontrar médicos con intereses personales. Son de sobra conocidos presidentes con cobros ilegales por dietas exageradas, por comisiones inmorales, por acuerdos con proveedores, por acuerdos sin transparencia, por presiones a oponentes, por apoyos a cambio de favores personales… verdaderamente hay de todo lo que nadie quiere para un colegio profesional. Se conocen pocas encuestas o investigaciones para conocer las preocupaciones de los profesionales.
 
Asociaciones. Casi se les puede dar la bandera de la sinceridad. Luchan por sus intereses e intentan acaparar al mayor número de compañeros o asociados para tener la mayor representatividad posible. El único problema es que a veces los objetivos públicos no son coincidentes con los objetivos privados y con el tiempo los caminos se separan.
 
Empresas privadas. Al final, como casi siempre, es lo más limpio. Su interés por ganar dinero es conocido por todos y todos están de acuerdo. Unas lo ganan con actividades lícitas y públicas y otras lo ganan con personas vinculadas a los grupos anteriores. Sin las empresasmel sistema no puede funcionar y la inmensa mayoría también quiere llegar a ese dinero que invierten las empresas. Las quejas por la existencia de empresas son una utopía y están fuera de la realidad.
 
Se pueden encontrar todo tipo de ejemplos que serían suficientes para demoler a un sistema que está concebido como imperfecto y que se sostiene con un equilibrio “estadísticamente imposible”. No hay solución para un sistema dirigido por personas con intereses diferentes de los que manifiestan.
 
Al final la pregunta flota en el ambiente y no hay respuesta, ¿quién defiende al médico? De momento el campo está libre.

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