¿Cabe el ‘low cost’ en los cirujanos plásticos o estéticos?

En los últimos años, la crisis ha afectado de forma gradual al sector de la estética, que ha disminuido sustancialmente sus ingresos. Sin embargo, se da una paradoja, y es que algunos de los cirujanos plásticos de mayor prestigio no solamente no han visto disminuir su número de operaciones, sino que han llegado a aumentar sus intervenciones estéticas. En estos casos, se hace referencia a cirujanos que cuentan con una más que prestigiosa agenda de pacientes que en su mayoría pertenecen a estratos sociales sin “agobios económicos” que no hacen ningún reparo al coste de este tipo de operaciones.

Pero la ante las dificultades económicas surge la demanda, cada vez más creciente, de la llamada cirugía ‘low cost’ o de bajo coste. Esta cirugía también se ata el cinturón por el bache económico y atrae a clientes con ofertas espectaculares que, en la mayoría de los casos, suponen una patente de corso de baja calidad, no solamente en el empleo de materiales que se utilizan, sino en algo más preocupante, en los resultados que deja en el paciente.

Una intervención quirúrgica es un acto médico de alto riesgo que tiene que ser realizado por un cirujano experto en un centro hospitalario que ofrezca todas las garantías posibles en forma de recursos, medios y materiales de máxima calidad con plenas garantías para la salud del paciente y que favorezca el resultado óptimo de la intervención. Es evidente que si empiezan a disminuir los precios por debajo de los costes, habrá un reflejo directo negativo en la calidad, las garantías y el resultado.

Tanto el cirujano plástico como el cirujano estético son médicos, una profesión que es 100% vocacional, y la actualización en conocimiento y práctica es una constante a lo largo de toda la vida, pero sucede que la necesidad imperiosa de hacer negocio y atraer pacientes está haciendo que proliferen empresas, no dirigidas por profesionales, que se dedican a ofertar servicios de cirugía estética en el que el paciente deja de perder protagonismo en beneficio de cumplir los objetivos económicos de recaudación al final de cada mes.

La fórmula ‘low cost’ es sencilla: ajustar costes para bajar precios. El público objetivo, es decir, los pacientes, igualan por precio y se preocupan menos de los aspectos esenciales como cuidar los materiales, cuidar la seguridad, cuidar la formación… El resultado es que los cirujanos ‘low cost’ acaban aportando baja credibilidad a todo el sector y están empezando a ser denunciados por los propios compañeros. Es ético y es justo porque ni el sector ni los pacientes se merecen el riesgo.
..Emilio Ramirez

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