Se diagnostican al año unos 22.000 casos de cáncer de mama, un cáncer que supone casi el 30% de los tumores femeninos y la principal causa de muerte en las mujeres. Por eso la AECC recuerda que hay que estar alerta. Las mamografías periódicas a partir de los 45 años son clave para un diagnóstico precoz. De esos diagnósticos, más del 80% de las pacientes sobreviven al tumor. El mayor riesgo, precisamente, lo sufren las mujeres de entre 45 y 65 años. La AECC recomienda además a las personas con antecedentes de cáncer de mama en su familia que estén especialmente pendientes. Sin embargo, todas deberían realizarse exploraciones periódicas en búsqueda de nódulos, ganglios linfáticos en la axila o cambios en la piel del pezón. En los análisis de orina y de sangre también se puede detectar un posible cáncer de mama, si los marcadores tumorales son altos. La mayoría de los tratamientos recurren a la cirugía para eliminar los tumores localizados, y la mastectomía en caso de que esté muy extendido el tumor por la mama. Esta práctica se suele combinar con la radioterapia y quimioterapia para prevenir las metástasis. Las secuelas más evidentes son las psicológicas, aunque la reconstrucción de la mama suele ayudar para estos casos. (Con Salud)
