Las fracturas por fragilidad ósea se asocian estrechamente al envejecimiento y la osteoporosis. La de cadera, una de las más prevalentes, se cifra en 47.000 casos anuales en España, la mayoría en mujeres de más de 65 años. Sus consecuencias pueden ser devastadoras: uno de cada tres enfermos fallece en el primer año tras la lesión (un 5 por ciento en el ingreso hospitalario); del resto, la mitad no alcanzará el nivel de recuperación funcional previo a la caída. Fátima Brañas, geriatra, responsable del Proceso de Fractura de Cadera por Fragilidad en el Anciano del Hospital Universitario Infanta Leonor, en Vallecas (Madrid), lo sintetiza en una imagen: “En el anciano frágil, la fractura de cadera es la punta del iceberg. Muchas veces supone el principio de un deterioro que termina con la discapacidad o incluso con la muerte”. (Diario Médico)