Le ha tocado un mandato complicado: contrarreloj, con los gobiernos autonómicos a pie de urna, con un ministerio afectado por la imagen de una Ana Mato tocada por Gürtel, con un sector dañado tras dos años de recortes, con enfermos de hepatitis C en las calles, con recelos por el cansancio de promesas incumplidas a los profesionales y con Bruselas pidiendo un paso más en un momento en el que resultaría un suicidio electoral. Y de momento, aun cuando el recelo general invita a unos y otros a cierto escepticismo sobre qué es campaña electoral y qué promesas en firme, Alfonso Alonso ha conseguido, en buena medida, calmar los ánimos. Se dio en sus primeras semanas un baño de multitudes y supo en sólo unos días captar de qué pie cojea cada uno en el sector evitando tropiezos mediáticos y sensibilidades heridas. (Diario Médico)