El futuro de la medicina pasa por la impresión en 3D

De cara a un futuro no muy lejano, la medicina tiene sus vistas puestas en la impresión 3D para solucionar el problema del abastecimiento de órganos y otros tejidos. Esto es posible gracias a un abaratamiento de los costes ligado a los avances en esta técnica que permite crear objetos de la nada, lo que anima a los investigadores respecto a su uso en humanos.
El mayor problema al que se enfrentan actualmente este tipo de impresoras es su incapacidad de crear estructuras incapaces de aguantar su propio peso y que se deformen al construirlas. “Se han impreso en 3D objetos creados con metales o cerámicas durante muchos años pero imprimir materiales que se deforman con su propio peso se han convertido en un reto“, explica el ingenierio biomédico Adam Feinberg. La web Live Science pone el ejemplo de la gelatina para ilustrar la dificultad de construir sobre unos cimientos que no se sostienen por sí mismos.

Los elementos más demandados son piezas de titanio para reparar el daño en caderas y huesos de polímero con los que reparar estructuras óseas deterioradas. Sin embargo, la creación de estructuras más complejas basadas en órganos todavía está lejos. Para hacerlo, será necesario utilizar células vivas que sean capaces de actuar de pegamento entre las diferentes capas que se impriman, una encima de otra. Una firma especializada en la impresión de tejidos humanos llamada Organovo trabaja en materiales que permitan regenerar órganos como el hígado, aunque Jennifer Lewis, una bioingeniera licenciada en Harvard, no ve claro el prometedor futuro de la impresión 3D: “Me encantaría que fuera cierto aunque hablamos de estructuras muy complicadas“.

La impresión en 3D de estructuras rígidas es real y factible en pleno 2015, ya sean prótesis para extremidades, dentaduras postizas o dispositivos para mejorar la capacidad auditiva. De hecho, el negocio de la impresión 3D en medicina supuso 537 millones de dólares en Estados Unidos en 2014, un aumento del 30% respecto al año anterior.

Respecto a la impresión de tejidos orgánicos dentro de estructuras 3D, Feinberg afirma contar con una técnica que permite imprimirlas sin que se deformen con su propio peso. Entre las pruebas que han llevado a cabo se encuentran una arteria coronaria, un fémur o las capas externas del cerebro humano y los investigadores han sido capaces de eliminar las estructuras artificiales sobre las que se sustenta el órgano, aplicando la misma temperatura a la que se encuentran en el cuerpo humano, lo que no daña el tejido vivo. Sin embargo, y a pesar de los avances, Feinberg insiste en que la implantación de esta técnica podrá hacerse a muy largo plazo: “Hemos dado pasos importantes para poder utilizar materiales biológicos que son necesarios pero todavía hacen falta años de investigación“.

Sin duda, el progreso en la tecnología de las impresoras 3D podría significar el último empujón necesario para que la teoría se convierta en realidad. Las máquinas cuentan con un software de código abierto que cualquier usuario puede mejorar y el hecho de que su precio haya bajado de los 100.000€ a los 1.000€, anima a que más grupos de investigadores indaguen y trabajen en conseguir crear órganos de la nada.
..Susana Calvo

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