Publicado en Redacción Médica Ya iba siendo hora de disfrutar con nuevos líderes colegiales, tan controvertidos como necesarios. De una tacada, en apenas unas semanas, y gracias a la influencia de Madrid como lugar obligado, hemos intuido la gloria de médicos conocidos, legendarios, combativos y hasta revolucionarios que, al final, se han fundido en un solo vencedor para el que, como vislumbraba Robert Redford en El candidato, lo complicado comienza ahora, una vez que se asume el mando en plaza. A Miguel Ángel Sánchez Chillón hay que reconocerle el primer y mayor mérito: haber sacado más votos que sus rivales, que no eran precisamente unos recién llegados. Juan Abarca Cidón es uno de los líderes incuestionables del sector, que está logrando que la privada, con sus realidades y sus complejos, sea un valor del Sistema Nacional de Salud; Guillermo Sierra, al paso de los años, demuestra tener más vidas que un gato y una capacidad innata de reinvención, e incluso Ana Sánchez Atrio, algo más advenediza, ha demostrado tener colmillo y personalidad, algo habitualmente inalcanzable para los vicepresidentes. Quizá el mejor halago para Sánchez Chillón sea el haber derrotado a candidatos de indudable peso, quién sabe si para arrebatarles sus muchas cualidades.