Si por un momento dejara de ser político… por Daniel Álvarez Cabo

La empatía es una de las principales manifestaciones de lo mejor de los seres humanos. La posibilidad de situarnos en el lugar de otras personas, de contemplar la realidad con sus ojos y de intentar aproximarnos a sus pensamientos y sentimientos, nos eleva y nos impulsa a mejorar la realidad. Nos estimula al compromiso social y evita que nos aislemos en nuestra individualidad.

Ahora llevo algo más de un año involucrado en el proyecto político de Ciudadanos. Soy diputado en la Asamblea de Madrid y tengo la responsabilidad de ser el portavoz de Sanidad de mi grupo parlamentario.

Sin embargo hace apenas doce meses trabajaba en un gran hospital de Madrid, como he hecho durante casi veinte años.

Por eso todavía no me cuesta despojarme por un momento del uniforme de político, envuelto en el fragor de la vida parlamentaria, y volver a verme como trabajador del Sistema Nacional de Salud. Con esa visión quiero desgranar algunas reflexiones sobre lo que entiendo que los profesionales de la sanidad y los pacientes, esperamos de las elecciones del próximo 26 de junio.

Creo que esperamos que nos digan la verdad. Que los partidos expongan de forma clara, sin triunfalismo, ni visiones apocalípticas, cuál es la situación real del Sistema Nacional de Salud, tan valorado por los españoles. Reconozcamos todas esas fortalezas que lo han convertido en uno de nuestros principales logros de estos casi cuarenta años de democracia y expongamos claramente los desafíos que tenemos como sociedad para garantizar su futuro.

Queremos que siga siendo un sistema público, universal, que trate a sus pacientes con calidad, de forma segura y eficiente. Un sistema sostenible en el tiempo, equitativo y transparente en la información. Un sistema que permita a profesionales y pacientes conocer sus resultados y actuar en consecuencia. Para lograrlo necesitamos grandes acuerdos en lo fundamental, dejando a un lado diferencias políticas.

Si hay un acuerdo imprescindible, en mi opinión, es el que podríamos llamar “Pacto por el cuidado de los profesionales”.

Hay un consenso casi unánime que entre las mejores cualidades de la sanidad española están la profesionalidad y el compromiso de las personas que trabajan en ella.

El primer paso para mejorar las condiciones de los profesionales y, naturalmente para ampliar la cartera de servicios que el SNS ofrece a los españoles, debe ser incrementar el porcentaje del PIB destinado al gasto sanitario público en infraestructuras, en equipamientos, en tecnologías que faciliten el trabajo clínico y contribuyan a la salud pública.

Parte de este aumento del gasto creo que es justo dedicarlo a aproximar progresivamente los salarios de los profesionales al promedio de Europa. Pero queremos que esto se haga de forma equitativa, con condiciones similares en toda España, sin que persistan las diferencias de sueldo tan llamativas que hay ahora entre Comunidades Autónomas.

Creo que los profesionales esperamos algo más que una mejora de nuestro poder adquisitivo, mermado como el de tantos trabajadores durante estos años de crisis económica. Queremos seguridad y perspectivas de futuro. La carrera profesional, instaurada en los años de bonanza económica y concebida como un estímulo para el desarrollo profesional, se paralizó en muchas Comunidades Autónomas con la crisis y la consiguiente reducción del gasto público. Es necesario retomarla, definirla de nuevo como una vía de promoción y crecimiento profesional, basada en el trabajo clínico diario, la formación continuada y la investigación.

Seguridad en el empleo y estabilidad en el puesto de trabajo. Dos aspiraciones de los profesionales sanitarios que se han visto muy amenazadas estos últimos años. Los que trabajamos en la sanidad pública no queremos que algunos compañeros nuestros tengan que renovar sus contratos cada pocos meses y no puedan imaginar un futuro sin incertidumbre.

El estrés, la presión continua y la sobrecarga asistencial son tres enemigos de la calidad asistencial. Los profesionales queremos que las administraciones nos ayuden a acabar con ellos. ¿Cómo?. Con plantillas adecuadas, con cupos de pacientes asignados razonables, con agendas de consultas que permitan disponer de suficiente tiempo para cada enfermo.

Pocos estímulos hay mayores para un sanitario que el afán de superación, de avanzar en el conocimiento de su profesión, de mejorar día a día en la atención a sus pacientes. Para impulsar este ciclo de mejora continua, después de las elecciones esperamos más facilidades para la formación continuada. Que nuestros servicios de salud nos proporcionen herramientas para el aprendizaje continuo, sin que tengamos que recurrir a terceros para que nos financien cursos y congresos.

Innovar para seguir viviendo. El sistema sanitario necesita grandes trasformaciones de sus procesos, de sus rutinas habituales para poder seguir ofreciendo la atención de calidad que demandan los ciudadanos. Los agentes del cambio tienen que ser los profesionales y para ello políticos y gestores tienen abrir paso a la participación de los sanitarios y crear un entorno favorable a la investigación clínica y a la innovación en procesos, en técnicas y en gestión. Y todo ello acompañado de una evaluación transparente de los resultados.

Todo lo que ido señalando hasta aquí se resume en respeto a los profesionales y reconocimiento de su papel imprescindible para el avance de la sanidad pública.

Ojalá después del 26 de junio todos los partidos presentes en las Cortes compartan estos propósitos y entiendan que: cuidando a los profesionales a quien de verdad cuidan, ayudan y protegen es a todos los pacientes.
..Dr.Daniel Álvarez Cabo. Médico. Diputado y portavoz de Sanidad de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid

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