La 69 Asamblea Mundial de la Salud que, del 23 al 28 de mayo se ha celebrado en Ginebra (Suiza), ha adoptado tres estrategias globales sobre el VIH, la hepatitis y las infecciones de transmisión sexual (ITS) para el periodo 2016-2021.
En estas estrategias, de manera global, se destaca la necesidad de asegurar los tratamientos a todos los pacientes y van acordes con las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Pormenorizadamente, la estrategia contra el VIH pretende acelerar “aún más” el acceso a la terapia antirretroviral de todos los pacientes, así como también aumentar la prevención y las pruebas con el fin de reducir a menos de 500.000 las muertes e infecciones relacionadas con esta enfermedad y asegurar que no se produzca ninguna infecciones en los recién nacidos.
En relación a la estrategia de la hepatitis, esta insta a reducir al 30% los nuevos casos de los virus B y C, y al 10% la mortalidad en el 2020. Para ello, aboga por una serie de medidas, como son expandir los programas de vacunación de la hepatitis A, B y E; implantar medidas para prevenir la transmisión de madre a hijo de la hepatitis B; mejorar las inyecciones y la seguridad de las cirugías y aumentar el acceso al tratamiento para los tipos B y C.
Respecto a las ITS, la OMS subraya la importancia de ampliar la prevención, detección y vigilancia en adolescentes y poblaciones de riesgo, y destaca la necesidad de controlar la propagación y el impacto de la resistencia a los antibióticos, aspecto, este último que está candente por el primer caso que se ha detectado en Estados Unidos de infección con una bacteria que es resistente a un antibiótico utilizado en último recurso, como es la colistina. “Es el final del camino para los antibióticos, a menos que actuemos con urgencia”, afirmaba la semana pasada el Tom Frieden, director de los CDC, al revelar la noticia en el National Press Club en Washington.
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