Publicado en Redacción Médica Poco, muy poco ha tardado Miguel Ángel Sánchez Chillón en poner el Colegio de Médicos de Madrid al servicio de la Asociación de Facultativos de Madrid (AFEM) para que la institución centenaria sea altavoz del mantra de las privatizaciones que repite la organización sindical. Era de esperar, porque Sánchez Chillón le debe la presidencia ganada en las urnas en mayo a este movimiento que surgió al calor del proceso de externalización que propuso Ignacio González allá por 2012, y que trató de ejecutar sin éxito el exconsejero Javier Fernández-Lasquetty. Mucho ha llovido desde entonces, y mucho ha cambiado el panorama en el Gobierno de la Comunidad de Madrid y en su Consejería de Sanidad. Pero AFEM, lógico desde su lógica (valga la redundancia), quiere hacer pensar que todo sigue igual para restar votos al PP en los próximas elecciones generales. Le interesa revivir el fantasma del ‘que viene el lobo’ que le funcionó a medias con las llamadas mareas (no logró influir en los comicios autonómicos de 2015, aunque sí en los colegiales de este año), porque en el fondo es la batalla por su propia subsistencia. Sin avivar ese fuego AFEM no tendría sentido.