Publicado en Diario Médico Todo empezó cuando el estudio Recalcar (Recursos y Calidad en Cardiología) hizo saltar a los grandes titulares de la prensa diferencias de hasta el 57,9 por ciento en las tasas de mortalidad por infarto en 2011, según las autonomías, y reconoció que estas desigualdades no se debía a cuestiones sociodemográficas sino a los propios recursos, organización y funcionamiento de las unidades asistenciales de cada centro y comunidad. Sacar a la luz las vergüenzas del sistema no gustó a todos, pero sirvió para mucho. Los programas de Código Infarto, relacionados con una menor mortalidad allí donde estaban implantados, proliferaron a partir de la publicación de estas variaciones en la mortalidad y apenas un año después las disparidades en la mortalidad por infarto habían bajado ya al 39 por ciento entre comunidades. La decisión de la Sociedad de Cardiología de transparentar los datos del sistema para ayudar a mejorar la calidad de la asistencia fue la punta de lanza del proyecto Recal (Recursos y Calidad), que gestiona la Fundación Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria#(IMAS) y al que se han sumado ya seis sociedades científicas.