Publicado en El Español A finales del pasado julio, Alberto G., un arquitecto madrileño de 46 años, salió a pasar el día en el Parque Warner de San Martín de la Vega (Madrid). Allí subió a la montaña rusa Coaster Express, un monstruo de madera de más de un kilómetro de recorrido que alcanza los 95 km/h y somete a sus pasajeros a sacudidas no aptas para espaldas delicadas. Seguidamente montó en La Venganza del Enigma, una torre que deja caer sus tres góndolas y a sus ocupantes desde una altura de 100 metros. En la noche del miércoles siguiente, Alberto comenzó a sentir los síntomas de un cólico nefrítico, una enfermedad cuyo dolor pasa por ser más intenso que el de un parto o un disparo. “Suele durar cuatro días y luego se pasa”, comenta Alberto a EL ESPAÑOL. Aunque ya curtido en lastimosas experiencias anteriores con los cálculos renales, finalmente se vio obligado a acudir al servicio de Urgencias de un hospital. Luego, el dolor cesó. Dos fines de semana después del domingo fatídico, expulsó al culpable de su tortura.