Publicado en Redacción Médica Los profesionales sanitarios viven inmersos en una inquietud y nerviosismo constantes desde hace meses. De manera inesperada, se han convertido en objeto de deseo fiscal por parte del Ministerio de Hacienda. Después de que los laboratorios farmacéuticos hicieran públicos sus pagos y transferencias de valor a este colectivo en un ejercicio de transparencia a escala europea, la ‘lupa’ ha cambiado su dirección, poniendo en el desfiladero la formación médica tal y como la conocemos. Quién iba a decir que una iniciativa cargada de buenas intenciones (o al menos así parece de cara a la galería) iba a provocar el terremoto que está sacudiendo al sector sanitario, particularmente al médico. Hace unos años, para ‘limpiar’ su imagen de cara a la sociedad y poner las cartas sobre la mesa, la industria farmacéutica europea decidió transparentar sus relaciones con profesionales y sociedades científicas, para lo cual se puso como límite 2016 para publicar todas las transferencias de valor a este colectivo de manera individualizada. Y ha cumplido con su compromiso. Solo en España y en 2015, la industria del medicamento pagó unos 496 millones de euros.