Publicado en El Confidencial Cuando los defensores de la Sanidad pública española pretenden demostrar su superioridad frente a otras alternativas privadas como la estadounidense, suelen comparar dos variables: costes y resultados. En efecto, la sanidad estadounidense es mucho más cara que la española (nuestro país destina el 9% de su PIB a gasto sanitario, mientras que EEUU dedica más del 17%) y sus resultados no son, al menos a primera vista, mejores (indicadores como la esperanza de vida están por encima en nuestro país). La realidad, como suele suceder, es bastante más compleja de lo que a simple vista podría parecer: ni la sanidad estadounidense es un ejemplo de sanidad privada y liberalizada —por ejemplo, su gasto público en sanidad representa un porcentaje del PIB superior al de España— ni, además, EEUU gasta en sanidad mucho más que Europa una vez corregimos por su renta disponible después de impuestos. Pero, en todo caso, sigue siendo cierto que quienes vindican la superioridad de la Sanidad pública española lo hacen, en última instancia, apelando a un indicador muy concreto: su eficiencia, esto es, la relación entre los resultados alcanzados y el coste incurrido en lograrlos.