Publicado en El Español El 25 de julio de 1865, la enfermera Sophia Bishop se dispuso a preparar el cadáver del cirujano militar James Barry, fallecido de disentería, para su funeral. Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando, al quitarle las ropas, se encontró claramente con el cuerpo de una mujer. Una mujer que, además, según algunas fuentes, mostraría marcas que delatarían que en algún momento había sido madre. Bishop avisó a sus superiores, temiendo que hubiera alguna confusión con la identificación del fallecido, pero todo era correcto. Finalmente, las autoridades optaron porque tanto en el certificado de defunción como en la lápida apareciera su nombre masculino, el mismo con el que todos le habían conocido. Pero eso no pudo evitar que lo ocurrido se convirtiera rápidamente en la comidilla de todo el ejército. Y la verdad es que no era para menos: cincuenta años antes de que la primera británica pudiera ejercer la medicina, la primera médica de toda la historia de las islas habría sido en realidad alguien que había vivido como hombre.