Publicado en El Confidencial No hay mejor campaña de salud pública que contar con el apoyo de un ‘influencer’ en Twitter. Un mensaje de Bill Gates o Shakira a favor de la vacunación infantil es retuiteado por miles de usuarios de todo el mundo y puede crear conciencia en padres y madres que no estén bien informados sobre la necesidad de inmunizar a sus niños. Pero este poder de movilización es un arma de doble filo: los antivacunas también poseen la capacidad de diseminar temores por las redes sociales hasta el punto de provocar brotes de sarampión, difteria o poliomelitis; enfermedades muy contagiosas que ya estaban prácticamente controladas gracias a medidas de profilaxis que ahora los detractores demonizan con argumentos carentes de solvencia científica.