Publicado en El Español Maribel fue una de muchos. Hacía años que padecía un cáncer que le afectó primero al hígado y luego a los huesos. Siete años atrás había sufrido una metástasis en la clavícula y, cuando parecía que se curaba, la cosa se complicó. Entonces tomó una decisión: lo mejor era no someterse nunca más a quimioterapia. Quería buscar otro camino. Y entonces encontró respaldo en la bioneuroemoción y en uno de sus adalides en España, Enric Corbera. Enric le asesoró, le dijo que, para curarse el cáncer, lo que tenía que hacer era aislarse de su familia, dejarse ir, no tratarlo bajo ningún concepto. En principio, él no entraba en si debía tratarse o no, pero era lo que le sugería con sutileza. Es lo que se llama, en su jerga, ponerse “en cuarentena”. En octubre de 2014 ofrecía su testimonio junto a él ante un auditorio repleto. Maribel relataba su historia con los ojos hundidos en una mirada demacrada. Aseguraba que, tras comenzar el aislamiento, varias metástasis habían desaparecido después de ver a Enric. “El médico me dijo que para él era un milagro. Para él tendría que haber estado muerta mucho antes de los ocho meses que habían pasado por entonces. Mi vida ha cambiado de arriba a abajo. Hoy en día puedo dar gracias al cáncer, a mi enfermedad. Gracias a ella he entendido muchas cosas y ahora estoy haciendo lo que quiero, prácticamente hago lo que quiero”.