Publicado en El Mundo “Huelen igual que tú!”, le dijo Joy Milne a su marido Les, en una de las primeras reuniones con enfermos de Parkinson. Hasta entonces, aquel penetrante olor -“como de almizcle o madera rancia”- lo había identificado sólo en su propio esposo y lo había achacado en tiempos a la falta de higiene. En ese momento hizo sin embargo la conexión… “Al principio, mi marido reaccionaba contrariado cada vez que le mencionaba lo del olor”, recalca Joy, que perdió a Les a finales del 2015, después de más de 20 años luchando con la enfermedad. “Le decía “¿te has duchado?” o “¿te has lavado los dientes?”, y me miraba enfadado. Después de aquel encuentro con otros enfermos, empecé a pensar que ese olor no era peculiarmente suyo, que tal vez era el olor del Parkinson”.