Publicado en El País Tres hileras de enfermos se funden bajo el calor que soporta una de las mayores urbes del planeta. Apenas pueden moverse de sus camillas. Esperan sus curas diarias con resignación. Estamos en Calcuta, al este de la India, con cinco millones de personas y una temperatura media de 27 grados centígrados que llega a los 43 en determinados meses. Aquí, el centro de Misioneras de la Caridad fundado por la Madre Teresa resiste el paso de los años sirviendo a aquellos que van a abandonar irremediablemente la vida. De nombre Kalighat y abierto en 1952, fue el inicio de un icono del catolicismo que ganó el Premio Nobel de la Paz hace cuatro décadas y acaba de ser canonizado. Sus actividades, no obstante, han estado cargadas de polémica: algunos las alaban como un ejercicio de amor incondicional al ser humano; otros las tachan, precisamente, de inhumanas.