Publicado en ABC de Sevilla El cáncer pierde cada día más batallas con la vida. A esta guerra, donde entra en juego la pericia de los profesionales, el avance imparable de la técnica y la mayor conciencia social sobre la importancia de prevenir, se ha añadido una potente arma. Una revolucionaria máquina que alarga la supervivencia de las mujeres que luchan contra el cáncer de mama con una única sesión de radioterapia de entre 18 y 40 minutos, inmediatamente después de que el tumor sea extirpado y sin salir del quirófano. Los equipos actuales que existen en la mayoría de hospitales españoles y andaluces, auténticas moles difíciles de mover y a menudo obsoletos, obligan a las pacientes a someterse a entre 15 y 25 sesiones diarias para lograr o, al menos intentarlo, el mismo efecto: que el cáncer sea historia y no vuelva a aparecer jamás. Todo son ventajas. Para las pacientes que lo han probado, para los profesionales que la utilizan, impresionados por su precisión al aplicarlo sobre el lecho tumoral y por lo manejable que resulta. Ventajas también para el sistema público de sanidad -y, por ende, para los andaluces que lo sostienen con sus impuestos-. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) ahorra el costoso tratamiento con fármacos.