Publicado en ABC Cualquiera que haya tenido una atención médica en EE.UU. conoce la sensación de sorpresa e indignación cuando recibe la factura. Una visita a urgencias por un esguince de tobillo o una fractura leve pueden suponer mil dólares. Si una apendicitis sorprende en territorio estadounidense, el coste medio es de 15.000 dólares. La apuesta de Barack Obama por avanzar hacia una cobertura sanitaria universal con su reforma sanitaria de 2010, la oposición furibunda de los republicanos a ella y sus intentos frustrados por encontrarle un remplazo no atajan el gran problema: el coste hiperinflado de la sanidad en EE.UU. Muy pocos legisladores hablan del elefante que se pasea por las cámaras del Capitolio: EE.UU. es uno de los países que más gasta en sanidad, pero cosecha uno de los peores resultados. Dedica alrededor de dos veces y media más de recursos a sanidad que la media de los países de la OCDE, pero su esperanza de vida está por debajo de esa media y ha crecido mucho menos desde la década de los ochenta que en el resto de países desarrollados.