Publicado en El Español Quien suela padecer los tan frecuentes como molestos problemas de gases, conocidos genéricamente como meteorismo, podrá imaginar fácilmente el sufrimiento que soportó en el siglo XIX el médico estadounidense Nicholas Senn después de insuflarse seis litros de hidrógeno por el ano. Y aunque la tortura de Senn fue voluntaria y autoinfligida, el hecho de que lo hiciera en pro de la ciencia merece un cierto reconocimiento; si bien algunos de los experimentos que no ejecutó en sí mismo, sino en animales, hoy provocan espanto.