Aparecen nuevas líneas de investigación sobre el papel de los probióticos y prebióticos en patologías del sistema nervioso

Ab_biotics

..Cristina Cebrián.
Las posibles aplicaciones clínicas que tienen los probióticos y los prebióticos es uno de los temas que se debatieron durante el XVII Congreso de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y la X Jornada de la Associació Catalana de Ciències de l’Alimentació, celebrados hace unos días. La intolerancia a la histamina, la relación entre edulcorantes y microbiota fueron otros de los asuntos tratados por los expertos.

Aunque a veces se puedan confundir, existen claras diferencias entre los alimentos probióticos y los prebióticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a los primeros como microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, producen un efecto beneficioso en nuestra salud. Se trata de bacterias intestinales gracias a las cuales se estimulan los jugos digestivos y las enzimas naturales para tener una adecuada digestión. Algunos de los alimentos que contienen estos microorganismos son el yogur, el chocolate o las aceitunas, entre otros.

Dr. Álvarez Calatayud: “Ambos son recomendables para una dieta saludable, puesto que equilibran la microbiota y evitan estados de disbiosis (o desequilibrio de la flora intestinal) que pueden producir diversas enfermedades”

Con respecto a los prebióticos, se trata de un tipo de hidratos de carbono que sirven de sustrato a los probióticos. Son componentes que nuestro intestino no digiere, pero que sirven como base estructural para ofrecer fuerza a esos microorganismos vivos que nos protegen frente a elementos nocivos. Su función, por tanto, es la de estimular el sistema inmunitario, favoreciendo el desarrollo de las bacterias beneficiosas de la flora intestinal e impidiendo el crecimiento de las patógenas. Frutas, verduras y legumbres son algunos de los alimentos ricos en prebióticos.

El doctor Guillermo Álvarez Calatayud, presidente de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) explica que “ambos son recomendables para una dieta saludable, puesto que equilibran la microbiota y evitan estados de disbiosis (o desequilibrio de la flora intestinal) que pueden producir diversas enfermedades. En la actualidad, se ha involucrado la alteración de nuestra flora intestinal con más de cien enfermedades”.

El uso de estos microorganismos está muy asentado en la patología digestiva, especialmente en los procesos relacionados con la diarrea, aunque cada vez se extiende más a otros órganos y sistemas

Obesidad y prevención del síndrome metabólico
Los expertos en nutrición aseguran que el uso de estos microorganismos está muy asentado en la patología digestiva, especialmente en los procesos relacionados con la diarrea, aunque cada vez se extiende más a otros órganos y sistemas. “Las investigaciones actuales se centran sobre todo en su papel en la obesidad y la prevención del síndrome metabólico, pero también en aquellas patologías relacionadas con el sistema nervioso y los trastornos del comportamiento, como autismo, depresión, ansiedad o Alzheimer”, explica el Dr. Álvarez Calatayud.

Aunque algunos estudios realizados hasta la fecha parecen prometedores, el experto advierte que hay que ser cautos ya que aún se encuentran en fase de investigación y, de momento, “no existe el probiótico ideal para adelgazar, aunque sabemos que la microbiota intestinal juega un papel muy importante en su desarrollo. Lo mismo ocurre con el autismo. Hablando de población sana, seguramente las poblaciones más vulnerables y que quizás se podrían beneficiar de su empleo serían la primera infancia (desde la gestación hasta los dos años) y las personas de la tercera edad”, comenta.

Dr. Carmen Vidal: “Hay que diferenciar claramente las alergias de las intoxicaciones histamínicas producidas por el consumo de alimentos con cantidades muy elevadas de histamina”

Intolerancia a la histamina
La histamina es una amina con importantes funciones en el organismo, la más conocida es la de mediadora de la respuesta alérgica, pero también puede darse el caso de una acumulación de histamina de origen alimentario.

Aunque algunos síntomas sean parecidos a los de una alergia, hay que diferenciar claramente las alergias de las intoxicaciones histamínicas producidas por el consumo de alimentos con cantidades muy elevadas de histamina, generalmente debidas a que se han dado fallos higiénicos en su elaboración, distribución o almacenamiento, que han propiciado el crecimiento de ciertos microorganismos capaces de formar histamina a partir de su aminoácido precursor, la histidina”, explica la doctora Carmen Vidal, presidenta del Comité Organizador del Congreso de la SEÑ.

El problema no reside en el alimento, sino que estas personas sensibles a la histamina tienen alterados, por causas diversas, los mecanismos de degradación intestinal de esta amina

Estudios elaborados durante los últimos años apuntan a la existencia de personas que desarrollan intolerancia a la histamina, tras el consumo de ciertos alimentos que no necesariamente contienen cantidades elevadas de histamina. Sin embargo, estos pacientes experimentan síntomas poco específicos como dolor de cabeza, molestias gastrointestinales o problemas dermatológicos, entre otros. En estos casos el problema no reside en el alimento, sino que estas personas sensibles a la histamina tienen alterados, por causas diversas, los mecanismos de degradación intestinal de esta amina. Es entonces, cuando hablamos de intolerancia a la histamina.

La Dr. Vidal recuerda que la intolerancia a la histamina es un tema poco conocido pero que en los últimos diez años está cobrando protagonismo. “Hay que continuar investigando ya que el mecanismo es plausible y los estudios, aunque no son muy numerosos, apuntan en la misma dirección”, concluye.

Artículos relacionados

Opinión

Multimedia

Economía

Accede a iSanidad

Síguenos en