La necesaria incorporación de la tecnología sanitaria en la práctica clínica

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MaríaVargas..María Vargas Tabuenca. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad.
La tenemos. Disponemos de ella. No es que esté sucediendo en otros países y nosotros estemos siendo testigos desde la lejanía. La tenemos aquí y ahora. Sin embargo, todavía vamos a paso lento en lo que se refiere a la incorporación de la tecnología sanitaria en la práctica clínica. El mercado tecnológico, con la presencia de grandes empresas en España, va por delante de lo que el Sistema Nacional de Salud puede asumir. Asimismo, pacientes candidatos a recibir esa tecnología para mejorar su tratamiento no lo están disfrutando.

No debemos olvidar a quién repercute esta circunstancia: al paciente, el actor más “débil” de todo el engranaje

Los últimos avances que dejan sorprendidos tanto a gestores como a los propios profesionales médicos. Tecnología que ha demostrado la eficacia y eficiencia de su utilización, pero que todavía no incorporamos. Tal vez por una visión cortoplacista, por falta de presupuesto, por falta de formación específica… Pero no debemos olvidar que a quien repercute esta circunstancia es al actor más “débil” de todo el engranaje: al paciente. Al que siempre se dice que está en el centro del sistema.

Para ello, se debe producir un cambio de cultura. Tanto a nivel del gestor como a nivel del profesional, donde se incorporen nuevas dinámicas de trabajo. Venimos de periodos muy centrados en los propios procesos, pero debemos evolucionar hacia la experiencia del paciente. Por ello, y a pesar de que la tecnología no termina de incentivarse hoy en día, se vuelve necesario motivar el cambio de cultura.

La incorporación de la tecnología sanitaria conlleva un importante recorte de gastos gracias a su eficiencia

Y es que la incorporación de la tecnología sanitaria facilita la práctica clínica, la experiencia del paciente, y la gestión del directivo. Conlleva un importante recorte de gastos gracias a su eficiencia, lo que repercute positivamente en la propia organización hospitalaria. Además, permite controlar los procesos que se producen en el propio hospital, quedando cualquier acción realizada registrada. Por ende, otorga al médico y al propio hospital la ventaja de salvaguardarse de cualquier duda de mala praxis en lo que a responsabilidad civil se refiere.

Cierto es que requiere de un impulso formativo entre profesionales para el uso de estas tecnologías. Pero son cada vez más asequibles, con una utilización progresivamente menos dificultosa. Eso sí, habrá que incorporar al equipo médico otros perfiles profesionales. Informáticos, ingenieros o físicos, que permitan introducir la tecnología misma dentro de las organizaciones, maximizar su uso y la interpretación de los datos.

Asimismo, no debemos olvidar que los pacientes también van evolucionando. Cada vez más independientes, exigentes y demandantes de información, conscientes de su seguridad e hiperconectados. Por ello, facilitemos ese cambio de cultura tecnológica. Seamos partícipes de la incorporación de nuevas dinámicas que no hacen sino mejorar la experiencia del paciente, del profesional y de las propias organizaciones.

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