Los patitos feos de los servicios de urgencias. Dr. Plácido Mayan

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..Dr. Placido Mayan, urgenciólogo. Portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). Coordinador del Servicio de Urgencias del CHUS (Hospital Clínico de Santiago de Compostela).
¡Qué bien se estaba en el campo los días de verano! Así, más o menos, empieza el cuento de Hans Christian Andersen, El patito feo. ¡Así, me sentí en mi primera guardia en Urgencias! qué bien se está en el campo los días de verano! Pero, como ya sabéis, el patito feo, no era querido en la laguna, y sus hermanos patos, se burlaban de él.

Han pasado los años, y a pesar de la formación, las noches en vela y el esfuerzo diario, en los servicios de urgencias seguimos siendo patitos feos. Tenemos que excusarnos cada día, por no ser como los demás. Tenemos que demostrar cada día, que lo que hacemos, lo hacemos bien, y desde luego, mejor que los demás patos.

No somos considerados ni por los que nos dirigen, ni por aquellos a los que, cargamos de trabajo ¡oiga, que lo sentimos, pero es lo que hay!, cargamos de trabajo. Así, vivimos con el desprecio de mama pata, y otros patos. No tenemos pacientes propios, pero todos los pacientes son nuestros, no diagnosticamos enfermedades raras, ni tratamos patologías complejas, no utilizamos complicadas pruebas, pero tenemos que diagnosticar y tratar a todos los que necesitan nuestra ayuda.

El Dr. Plácido Mayán, de SEMES, defiende la labor de los médicos de los servicios de urgencias y los define como los patitos feos

Tenemos que aprender a arriesgar, a vivir en la incertidumbre, a controlar nuestro temor, nuestro miedo, nuestra ansiedad, a tomar una decisión que puede ser vital para una persona, para un padre, una madre, una pareja…y vivir con las consecuencias, además tenemos que hacerlo rápido, a veces demasiado. A veces, esa inmediatez, hace que no podamos pensar, solo actuar, y utilizar todo lo aprendido, para que una persona, o una familia, puedan tener la esperanza de compartir un nuevo día.

Así, nos movemos, nadamos y volamos, de forma diferente al resto, porque debemos actuar y decidir, necesitamos estar permanentemente preparados, muchas veces solos, sin ayuda, para demostrar que somos patitos feos, sí, pero cualificados.
Tenemos que saber gestionar nuestro día a día, tratar de poder cerrar los ojos intentando no volver a ver aquello que, un día más, nos ha roto algo dentro, ignorar que tenemos otra cicatriz en el alma, en el corazón, o en la mente, otra cicatriz que, al cerrar los ojos, un día lejano, sin darnos cuenta, vuelve, y escuchamos la voz olvidada de una madre joven atropellada, que nos susurra antes de sedarla para intubarla, “lo único que siento, es no poder volver a ver a mis hijos”. Y nos estremecemos, recordando ese momento, una vez más.

Entonces abrimos los ojos, en la oscuridad, y pensamos, que, a pesar de todo, un día más, merece la pena ser un patito feo.
Sabemos, a pesar de lo que opinen los demás, esta es nuestra naturaleza, que no queremos que sea un trabajo de paso, porque nosotros somos patos feos, pero no queremos emigrar, no necesitamos climas mejores, queremos vivir en nuestra laguna, no deseamos ser otra cosa, y aunque seamos patitos feos, debemos sentirnos y vivir como si fuésemos cisnes.

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