Los pacientes con enfermedad renal crónica consumen el 2.3% del presupuesto del SNS

“Riñones para vivir” fue el lema elegido este año para celebrar el Día Mundial de Riñón. Esta edición, centrada en el trasplante renal, tenía por objetivos dar a conocer la importancia de la prevención y diagnóstico precoz a través de hábitos saludables que eviten llegar al trasplante renal e informar a la población sobre la situación actual del trasplante renal como tratamiento sustitutivo y alternativa a la hemodiálisis y la diálisis peritoneal.

En 2011, España batió su propio récord de donación situándose de nuevo a la cabeza mundial, lo que se tradujo en un aumento de la actividad de trasplante. En concreto, el trasplante renal se incrementó un 12,3%, alcanzando la cifra de 2.494 intervenciones y posibilitando un descenso de la lista de espera renal  con respecto al año anterior.

Por ello, este año la Sociedad Española de Nefrología (SEN) cuenta con la colaboración de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), la Sociedad Española de Trasplante (SET), la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica (SEDEN) y la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (ALCER) en la celebración de este día que el Dr. Alberto Martínez Castelao, presidente de la SEN, considera “una llamada de atención” a la población general para que tengan en cuenta estas enfermedades.

Alrededor de 50.000 personas en España se encuentran en el estadio 5 de una enfermedad renal crónica (ERC) y necesitan un tratamiento sustitutivo renal -de ellas, más de la mitad (un 48%) está trasplantada, un 46% en hemodiálisis y un 5% en diálisis peritoneal-. Por eso, el Dr. Martínez Castelao insiste en que “a pesar de que somos un país trasplantador, tenemos que hacer más incidencia en la prevención y en detectar la enfermedad renal en los primeros estadios, 1 y 2 fundamentalmente, para evitar que progresen”. El experto considera que “el trasplante no deja de ser, de alguna manera, el fracaso de lo que no hemos podido hacer antes. Es decir, cuando un paciente llega a este estado de ERC, el estadio 5, significa que antes no hemos logrado frenar la evolución de esa enfermedad”.

Se estima que el porcentaje de población que puede sufrir una ERC en los estadios anteriores (entre 1 y 4) puede situarse en torno al 9,2% y que los que están en estadios 3 o 4 y pueden progresar a  5 está en torno al 6,8% de la población.

A pesar de ser una patología con una prevalencia menor a otras como la cardiaca y la respiratoria, la ERC supone un gasto muy elevado para el Sistema Nacional de Salud (SNS), de tal forma que esos 50.000 pacientes consumen el  2.3% del presupuesto del SNS.

Por todo esto, el presidente de la SEN recuerda que “de la misma manera que hay que vigilar el azúcar o el colesterol, hay que controlar los factores de riesgo de estas enfermedades ocultas. Dos análisis simples, uno de orina y otro de sangre, son suficientes para hacerlo e intentar evitar que progrese”.

El trasplante, la mejor alternativa para los pacientes en estado avanzado de enfermedad renal
Teniendo en cuenta que las cifras de trasplantes sitúan a España a la cabeza mundial, la posibilidad de acceder a este es mayor que en los países de nuestro entorno. En el año 2010 había 49.005 pacientes con ERC estadio 5 en España; de ellos, aproximadamente la mitad, 24.124, tienen un trasplante renal. La Dra. Beatriz Domínguez-Gil, experta en nefrología de la ONT, defiende que “el trasplante es la mejor terapia disponible para los pacientes con enfermedades renales crónicas, ya que proporciona mejores resultados en términos de supervivencia y calidad de vida, además de ser la terapia de menor coste”.

Con el paso de los años los progresos en el trasplante renal han conseguido, en palabras del Dr. Manuel Arias, presidente de la SET, “hitos impensables”. Algunos de estos avances son las técnicas diagnósticas pre y post trasplante que permiten tomar decisiones con mayor fundamento o las técnicas quirúrgicas menos invasivas.

Actualmente, 4.434 pacientes se encuentran en lista de espera para trasplante renal, a pesar de que se ha conseguido un descenso progresivo en dicha lista, este año con respecto al año anterior. El tiempo en lista de espera varía en función de las características de cada paciente, pero como media gira entre los 18 y los 24 meses. Al incremento en la actividad de trasplante renal también ha contribuido de manera muy significativa el trasplante de donante vivo, la mejor opción terapéutica para el paciente con Insuficiencia Renal Crónica (IRC) terminal; el año pasado se realizaron en nuestro país 312 trasplantes renales de esta modalidad, el 12,5% del total de trasplantes renales. Según la Dra. Domínguez-Gil la ventaja principal de este tipo de trasplante respecto al de donante fallecido es que “las características del donante son idóneas, se trata de un procedimiento realizado de manera programada y puede realizarse de manera anticipada (antes de que el paciente inicie tratamiento con diálisis) en un alto porcentaje de casos”.

El Dr. Arias defiende que en este tipo de trasplante “una norma general es la de emparejar donante y receptor con un margen de edad estrecho, lo que para los jóvenes no se podía cumplir”. Con todo, el presidente de la SET explica que, aunque existen múltiples estudios que demuestran que el trasplante renal es la mejor técnica de sustitución para la insuficiencia renal crónica, “ello no quiere decir que los pacientes que por sus circunstancias clínicas -fundamentalmente de enfermedades asociadas- no pueden someterse a un trasplante no tengan en la actualidad buena calidad de vida en diálisis”.

La vida con un trasplante renal
no de los mayores logros de la medicina actual es que la vida de un trasplantado renal no sea muy diferente a la de la población general de la misma edad una vez recuperada la función renal, a pesar de que deba tomar medicación permanente. Sin embargo, señala el Dr. Arias, “la edad media de los pacientes trasplantados es alta y muy frecuentemente, cuando llegan al trasplante, presentan comoborbilidades: hipertensión arterial, arteriosclerosis, enfermedades articulares, etc., que a veces  necesitan tratamiento y limitan su calidad de vida más que el trasplante en sí mismo”.

María Jesún Rollán, presidenta de SEDEN, también hace hincapié en la importancia de que el paciente cuente con buena información y pueda prevenirse la enfermedad, y recuerda que el trasplante es un buen tratamiento, pero que durante las primeras semanas tras la intervención, los pacientes han de llevar una vida ordenada y relajada.

Según Rollán, “una vez que el paciente abandona la unidad de trasplante renal se inicia una de las fases más complicada de todo el proceso: la vuelta a la normalidad y con ella la adaptación a la vida cotidiana. Fuera del hospital, el paciente deja de estar bajo el control de la enfermería y el personal sanitario y pasa a ser responsable absoluto de su riñón. El alta representa el final de un largo padecimiento y el comienzo de una nueva vida”.

Desde la experiencia del propio paciente, Alejandro Toledo, presidente de ALCER, considera que “la mejor opción es prevenir esta enfermedad para no llegar a necesitar nunca un tratamiento renal sustitutivo ya que se trata de terapias muy agresivas como el trasplante o la diálisis y además mejora su esperanza de vida”.

La principal ventaja del trasplante renal, explica Toledo, es la mejora sustancial en la calidad de vida, ya que evita “depender de un tratamiento que se debe seguir a diario en su domicilio o varios días a la semana en un centro sanitario”.

En relación con todo ello, la SEN está llevando a cabo tres destacados estudios: El Estudio NEFRONA, que estudia la relación entre las enfermedades renales (del estado 2 al 5) y factores como la arteriosclerosis; el PROGRESER, que estudia la influencia de la presión arterial mal controlada, el azúcar o el colesterol en el progreso de las ECR; y el EMITRAL, cuyo objetivo es observar las calcificaciones vasculares y lesiones relacionadas en pacientes trasplantados.

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