Lola Granada
El sistema sanitario está cambiando, pero los médicos aún no son conscientes de que la situación coyuntural nos está llevando a una rápida variación estructural. Después de la crisis no todas las cosas van a volver a ser como antes. Los que se aferren al sistema del pasado estarán luchando contra molinos de viento. El nuevo sistema está formándose.
Hay ciertas variables esenciales en las que se apoya esta afirmación y es que el prestigio del médico se va recortando, aunque no tan rápido como su sueldo. El tema de la cobertura sanitaria a inmigrantes y el copago de las medicinas no es nada más que “la punta del iceberg” y se llega hasta esta situación porque las Administraciones ya no pueden pagar todo lo que han desarrollado y contratado. Tanto es así que, incluso, un médico, después de tantos años de estudio y terminar el MIR, entrará a formar parte de los “mileuristas”. El prestigio está perdido y de hecho los niños ya no tienen esta profesión entre sus prioridades porque su reconocimiento se está reduciendo. Se está llegando al extremo de que el diagnóstico médico puede competir con los diagnósticos de internet.
Casi se puede decir que si “antaño” los laboratorios financiaban gran parte del sistema con los beneficios que obtenían, ahora el poder político no quiere mantener esas prebendas. El resultado es que financiar el sistema empieza a ser imposible.
La situación está transformándose y cada vez resulta más evidente que la distancia entre los médicos y sus dirigentes va a provocar que el cambio sea dirigido exclusivamente por los políticos, debido a la falta participación de los profesionales en los foros, en las encuestas y en las elecciones. La representatividad de los cargos sanitarios es cada vez menor. Tanta lucha por estar al frente o en la “cabina de control” de alguna Organización, está dejando de lado las verdaderas prioridades del sistema.
El siguiente paso es dividir la calidad asistencial y revisar la colegiación obligatoria.
