Lola Granada
La historia del Dr. Carlos Amaya está salpicada de silenciosas entradas a sindicatos y colegios y salidas sonoras llenas de reproches y malos modos. Los ejemplos de su salida de AMYTS o del Colegio de Médicos de Madrid son un ejemplo que debería conocer todo aquel que quiera tener en cuenta su contratación porque tan importante es saber entrar, como saber estar, como saber salir.
En una memorable entrevista en Diario Médico hace un par de años arremetió contra AMYTS, el sindicato que le dio fama, que le enseñó a moverse dentro de la política sanitaria, le liberó de su trabajo y le dió de comer durante los mejores 12 años de su carrera profesional. El pago que le propició fue decir «nunca he creído en los sindicatos ni he sido sindicalista». Ninguno de los que le siguieron habrán quedado agradecidos a sus palabras de despedida, tampoco los que le acompañaron, ni los que le votaron, ni los que negociaron con él… Sin embargo para estar liberado sí creía en el sindicalismo, ¿engañó en la entevista o engañó a los miembros del sindicato?. Quizá pueda ser una represalia porque perdió la dispensa poco antes de la entrevista, de hecho él mismo criticó que se le retirara la dispensa laboral cuando «otros compañeros la han mantenido trabajando como secretarios» (palabras en Redacción Médica hace unos años).
Una vez que salió de la Secretaría General de AMYTS quiso seguir al frente de la Federación de Sindicatos Médicos Europeos (FEMS) a pesar de no creer ni en los sindicatos ni en el sindicalismo. El sueldo y la liberación quizá fueran una parte importante de la decisión de mantenerse en la brecha. Fue Secretario General de AMYTS desde 1996 hasta 2008, y estuvo liberado por AMYTS hasta 2011, cuando dejó la FEMS.
Pero le duró muy pocas semanas a Carlos Amaya su «no militancia sindical» decían en el Consejo de Dentistas, porque cambió sus creencias, de nuevo, cuando a los pocos meses, a finales de 2011, volvió a formar parte de un sindicato, de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-CSIF), con la condición de la liberación.
De nuevo «liberado» del yugo el trabajo pudo dedicar su tiempo a cosas más placenteras como participar de mesas redondas televisadas o participar activamente en las elecciones del Colegio de Médicos de Madrid de 2012 para acabar siendo asesor del mismo Colegio.
Debieron ser malas noticias para los colegiados su presencia en el Colegio. No le quisieron los médicos en el Colegio en 2008, con una estrepitosa derrota en las elecciones a pesar de contar con el apoyo de su sindicato, pero logró entrar por la puerta de atrás y ser asesor (con un sueldo que no está claro si es compatible con el de liberado sindical) de la Presidenta del Colegio desde junio hasta diciembre de 2012, también con una salida poco clara. Mientras él dice unas veces que salió por motivos personales y otras, en la Asamblea de Compromisarios, que fue por la mala relación con la Junta Directiva. La realidad es que desde el Colegio se afirma que tuvo que dejar su cargo porque no estaban de acuerdo con su propuesta de apoyar a la Consejería de Sanidad en el plan de sostenibilidad que tiene en jaque a los médicos de Madrid.
Lo que está claro es que Carlos Amaya ha utilizado la liberación a su gusto porque no ha tenido tiempo para ir a trabajar y apoyar a sus compañeros de La Paz que tanta ayuda necesitan, pero sí ha tenido tiempo para pertenecer al Consejo Asesor de uno de los medios sanitarios de mayor prestigio (Gaceta Médica), para ser profesor en dos universidades y una escuela de negocios, para estar en el Colegio de Madrid y últimamente aparecer como asesor se Acesima (asociación de clínicas y entidades sin internamiento).
Aunque él se presenta como neurocirujano de La Paz parece que no es el perfil que más le define.









