Aportación reducida para los autoinyectores de adrenalina. Ángel Sánchez

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..Ángel Sánchez Sanz. Presidente de la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (Aepnaa).
La anafilaxia es una reacción alérgica de instauración rápida y potencialmente mortal, manifestación aguda de enfermedades crónicas como son la alergia a alimentos, al veneno de himenópteros, a los medicamentos o al látex. La anafilaxia es una entidad muy grave, ya que pone en riesgo la vida del paciente y, en el caso de la alergia a los alimentos y al veneno de himenópteros, sus desencadenantes son frecuentemente difíciles de evitar.

En España, se estima que cada año se producen entre 20.000 y 50.000 anafilaxias, y que los casos mortales anuales se sitúan entre 10 y 1.000. Si bien es cierto que no se trata de una enfermedad muy frecuente, su incidencia se ha multiplicado por siete en los últimos años, especialmente entre las personas con alergia a los alimentos y en la población infantil.

Vivir con una alergia severa implica evitar las sustancias que provocan la reacción, por lo que actividades cotidianas como la escolarización, los viajes o los eventos suponen un riesgo para las
personas que la padecen.

Todas las sociedades alergológicas internacionales coinciden en recomendar el uso de autoinyectores de adrenalina como primera elección para el tratamiento de la anafilaxia

La anafilaxia es impredecible, lo que da lugar a una percepción de riesgo que afecta negativamente a la calidad de vida de las personas anafilácticas y sus familias en un grado comparable a enfermedades crónicas como la diabetes, generando una importante carga de frustración, incertidumbre y ansiedad.

Estas consecuencias sabemos que nacen del sentimiento de “riesgo” que tienen los pacientes y sus familias. Objetivamente se puede considerar que una incidencia de anafilaxia mortal inferior
a 1 por 100.000 es baja; emocionalmente, supone cómo un padre o una madre vive la anafilaxia de un hijo, siempre existirá el miedo a esa anafilaxia fatal.

Los autoinyectores son el salvavidas de las personas que sufren anafilaxia; literalmente, pueden suponer la diferencia entre vivir o morir. Y aunque la prescripción del autoinyector aumenta la
sensación de “fatalidad” de la anafilaxia, es también el dispositivo que aporta la seguridad de tener los medios para actuar ante una reacción anafiláctica.

El 98% de los episodios anafilácticos responden a 1 o 2 dosis de adrenalina, la prescripción recomendada por la Agencia Europea de Medicamentos

Y es que, en la actualidad, todas las sociedades alergológicas internacionales coinciden en recomendar el uso de autoinyectores de adrenalina como primera elección para el tratamiento
de la anafilaxia, por su facilidad de uso y la reducción del tiempo de administración, ya que estos dispositivos están diseñados para que los usen personas sin formación sanitaria, de modo que cualquiera pueda usarlos en caso de emergencia sin necesidad de calcular dosis de adrenalina ni manejar jeringuillas.

Aproximadamente el 98% de los episodios anafilácticos responden a 1 o 2 dosis de adrenalina, la prescripción recomendada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) para los autoinyectores de adrenalina. En la práctica, el número de autoinyectores de los que disponemos suele ser superior. Según una encuesta realizada por la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (Aepnaa) en abril de 2022, un 40% de las familias disponen de 2 autoinyectores; un 18% de 3; un 21% de 4; y, un 7,7% de las familias indican disponer de 5 o más autoinyectores de adrenalina. Este elevado número se explica fundamentalmente por la presencia de niños alérgicos en edad escolar en las familias, que entregan 1 o 2 autoinyectores en el centro educativo por si se produce una anafilaxia durante la jornada escolar.

No obstante, un grave inconveniente de los autoinyectores de adrenalina es su escasa vida útil. Los autoinyectores de adrenalina adquiridos en la farmacia tienen una fecha de caducidad que raramente supera los 15 meses y, con mucha frecuencia, esta caducidad es inferior a un año, lo que obliga a los pacientes a reponer frecuentemente los autoinyectores.

Un grave inconveniente de los autoinyectores de adrenalina es su escasa vida útil

El otro inconveniente es el precio, ya que el coste de un autoinyector oscila entre 27 y 45 euros, dependiendo de la dosis. Se trata de un producto que más del 94% de las familias consideran caro o muy caro, según las respuestas a la encuesta llevada a cabo por Aepnaa, referida anteriormente. La necesidad de reponer frecuentemente los autoinyectores y el elevado precio
de los mismos suponen un gasto importante para las familias.

Este “impuesto a los enfermos” debe desaparecer. Los  autoinyectores de adrenalina son tratamientos con alta efectividad clínica y salvan vidas. Por este motivo considero necesario garantizar que los alérgicos dispongan de autoinyectores de adrenalina para emplear como medicación de rescate en caso de una reacción anafiláctica y, para ello, es preciso que el Ministerio de Sanidad reconozca el carácter crónico de esta enfermedad e incluya los autoinyectores de adrenalina en los grupos ATC de aportación reducida, y colaborar, así en la
liberación de parte de la carga que soportan las familias.

Si bien es cierto que esto supondría un coste para las arcas públicas, es un gasto asumible en comparación a los riesgos que evita, porque no podemos permitir que ninguna persona vea  amenazada su vida por no disponer de autoinyectores de adrenalina.

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