La inteligencia artificial en el sector de la formación sanitaria especializada

Pilar Sánchez Díaz, directora de Relaciones Institucionales del Grupo CTO

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Anuario iSanidad 2022
Pilar Sánchez Díaz, directora de Relaciones institucionales del Grupo CTO
Vivimos tiempos de constante cambio. Es como si el tiempo transcurriese más deprisa que antes. Esa es la sensación que todos tenemos desde hace años. Ya observamos con creciente interés cómo el año 2020 fue el de la aceleración de la difusión tecnológica en nuestra sociedad y 2021 consolidó esta tendencia. Para CTO, el año 2022 ha supuesto el comienzo de nuestras investigaciones en inteligencia artificial, con vistas a ponerla en práctica en el 2023. Si el arte de enseñar es el arte de ayudar al descubrimiento, nosotros tenemos pensado ayudar a incorporar este útil descubrimiento a los procesos docentes.

Han pasado muchos años desde que, en 1956, se acuñó el término inteligencia artificial (IA) en un congreso del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Hasta hace bien poco, el término era sinónimo de ciencia ficción y se asociaba particularmente a las novelas de Isaac Asimov, una de las primeras voces en hablar de sus ventajas y riesgos. Actualmente, la aplicación de IA en el sector sanitario es una realidad creciente, que facilita la supervisión remota de pacientes y ayuda al diagnóstico por imagen, entre otras utilidades.

La transformación digital es un hecho y es importante que las empresas seamos conscientes de ello

¿Y qué ocurre dentro del sector de formación sanitaria especializada? La transformación digital es un hecho y es importante que las empresas seamos conscientes de ello. Pero no se trata solo de hacer una gran inversión en tecnología o automatizar procesos. Es necesario un gran equipo humano detrás, dispuesto a liderar el cambio, para poder crear un buen modelo de crecimiento e identificar las métricas en las que se basarán los algoritmos y la toma de decisiones automatizadas. Pretendemos ser capaces de ofrecer soluciones a problemas cada vez más complejos y poder reforzar el sector educativo. Con el uso de estos modelos y algoritmos se puede personalizar la formación. Esto nos permite predecir el rendimiento de los estudiantes, por ejemplo, de un simulacro de examen a otro, y facilitar las metodologías de aprendizaje.

Todo este esfuerzo en recursos e investigación no tiene otro propósito que el de mejorar la calidad en la formación, siendo lo más eficaces posibles, reforzando también la motivación del alumno, poniendo el foco en las materias o asignaturas que necesite apuntalar o, por el contrario, pasando más rápido las que mejor lleve, optimizando así el rendimiento de nuestros estudiantes. Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos el mundo.

Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos el mundo

Es apasionante la información y el data que se puede rescatar del día a día de los alumnos: cuánto tiempo dedican al estudio, qué consultan, cómo se asesoran, qué complicaciones presentan, etc. Se trata de información de gran relevancia a la hora de mejorar el nivel educativo. Otro asunto importante es que la IA puede aplicarse para mejorar la experiencia de los estudiantes y docentes e, incluso, la de la propia empresa. Podemos predecir qué recursos, materiales y contenidos funcionarán mejor. Antes se perdía gran parte de esta valiosa información, pero gracias a la IA y a plataformas de machine learning podemos diseñar de antemano itinerarios educativos óptimos para cada alumno, así como asignar formadores a programas o alumnos específicos porque sabemos que darán mejores resultados.

Gracias a la IA y a plataformas de machine learning podemos diseñar de antemano itinerarios educativos óptimos para cada alumno

En conclusión, la aplicación de inteligencia artificial en la formación permite resolver grandes problemas actuales de este sector, como son la utilización de métodos no personalizados, temarios demasiado extensos, recursos poco dinámicos y sistemas de evaluación desfasados. Se abre ante nosotros un abundante abanico de oportunidades para optimizar el planteamiento de la oferta formativa y desarrollar las capacidades de los alumnos de forma más activa y eficaz.

No se trata tanto de automatizar los métodos educativos, con el correspondiente temor a la desaparición del docente humano como tal (algo que no sucederá más que en las distopías de ciencia ficción), sino de complementar creativamente su trabajo. Si aplicamos las prestaciones de la IA al sector formativo, no será para destruir todo el esfuerzo realizado por nuestros antecesores, sino para llenar las lagunas a las que ellos no pudieron acceder porque les resultaban inaccesibles con los sistemas de que disponían. Como dijo el escritor británico C. S. Lewis: “La tarea del educador moderno no es talar selvas, sino irrigar desiertos”.

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