Anuario iSanidad 2022
Redacción
La Dra. Maribel Morales Casado es neuróloga en el Hospital de Navalcarnero del Grupo Casaverde. El grupo lleva desarrollando y perfeccionando el Método Casaverde durante su larga trayectoria: protocolos de evaluación y procedimientos rehabilitadores que permiten ofrecer una máxima calidad en neurorrehabilitación consiguiendo la máxima recuperación posible. Así, la Dra Morales insiste en que lo que más vidas salva es “el reconocimiento temprano de los síntomas del ictus”.
¿Qué síntomas alertan de la presencia de un accidente cerebrovascular?
Los síntomas que deben hacernos sospechar pueden ser muy variados dependiendo del territorio vascular que se comprometa. El denominador común en todos ellos es el inicio brusco. El síntoma más frecuente es la pérdida de fuerza y/o sensibilidad en un hemicuerpo que se puede acompañar de desviación de la comisura facial, afectación del lenguaje (esencialmente en ictus del hemisferio izquierdo), la pronunciación, el equilibrio o el nivel de consciencia entre otros.
¿Cuáles son los factores de riesgo que tiene asociados?
El factor de riesgo más importante es la edad, aunque sería hacer una mala interpretación pensar que solo tienen riesgo de sufrir un ictus las personas mayores. De hecho, cada vez vemos más ictus en gente joven. Se consideran factores de riesgo todos los de riesgo cardiovascular clásicos como la hipertensión, la dislipemia, la diabetes, el tabaco, la obesidad o el sedentarismo. Además, sobre todo en personas jóvenes, hay que destacar el consumo de alcohol y otros tóxicos.
A día de hoy, tenemos dos tratamientos principales dirigidos a reestablecer el fujo cerebral en el ictus isquémico
Otros factores de riesgo, sobre todo en relación con los ictus de etiología cardioembólica, son las enfermedades cardíacas o las arritmias con capacidad embolígena como, por ejemplo, la fibrilación auricular. De forma menos frecuente, aunque no despreciable, los ictus están en relación con enfermedades metabólicas o genéticas.
¿Por qué hay cada vez gente más joven que sufre un ictus?
Probablemente esto esté en relación con los hábitos de vida de la población joven actual que en cierta manera fomentan los factores de riesgo que hemos comentado anteriormente. Quizá hemos descuidado la alimentación basada en la dieta mediterránea y por las necesidades de ahorrar tiempo o la presión laboral, tenemos más tendencia a la comida rápida o preparada.
Con esto entramos en riesgo de descompensar el perfil lipídico, fomentando la hipercolesterolemia o la hipertrigliceridemia y aumentando la tendencia a la obesidad. Además, el estrés del día a día, probablemente mayor que hace unos años, también lleva consigo un aumento de la tensión arterial ya demostrada en algunos estudios. La falta de tiempo o la necesidad de optimizar éste, también puede provocar el abandono de la actividad física regular y la tendencia a la obesidad.
Observamos secuelas en más del 50% de los ictus tanto isquémicos como hemorrágicos
¿Cuál es la mejor manera de actuar ante un ictus?
Lo primero de todo, y quizá lo que más vidas o discapacidad salve, sea el reconocimiento temprano de los síntomas del ictus, lo que va a permitir identificar a estos pacientes y trasladarlos de forma inmediata a un centro en el que se pueda beneficiar de una terapia de reperfusión aguda. A día de hoy, tenemos dos tratamientos principales dirigidos a reestablecer el flujo cerebral en el ictus isquémico. Uno de ellos es un tratamiento farmacológico intravenoso con fines fibrinolíticos dirigido a intentar disolver el trombo responsable de la falta de riesgo cerebral. Y el otro consiste en un tratamiento intervencionista endovascular con objetivo de extraer de forma mecánica el trombo.
Éste último tratamiento solo es posible realizarlo en los casos en los que el trombo se encuentre en una localización accesible endovascularmente. El denominador común de estos dos tratamientos y el factor pronóstico más importante es el factor tiempo: cuanto menos tiempo pase desde el inicio de la clínica a la reperfusión de la arteria, más posibilidades de recuperación habrá. Además del tratamiento, una vez ha ocurrido el ictus, es de especial importancia la prevención de estos episodios, realizando un buen control de factores de riesgo y estableciendo terapias de prevención vascular primaria o secundaria cuando sean necesarias.
Los últimos estudios avalan que, una vez pasado el momento agudo, debemos empezar las terapias de rehabilitación adaptadas y personalizadas lo antes posible, siendo uno de los índices pronósticos más importantes
¿Cuáles son las secuelas más habituales que deja esta enfermedad?
Observamos secuelas en más del 50% de los ictus tanto isquémicos como hemorrágicos. Dichos síntomas dependen del territorio vascular afectado. Lo más habitual es mantener una alteración sensitivo-motora hemicorporal que puede estar asociada o no a la alteración del lenguaje (en los ictus hemisféricos izquierdos), la negligencia de una parte del cuerpo, incluso a la pérdida de consciencia de enfermedad (en los hemisféricos derechos). En otros territorios vasculares, pueden dejar como secuelas inestabilidad, alteración visual o un estado de bajo nivel de consciencia persistente.
Otras secuelas, quizá menos evidentes en los primeros momentos pero que es necesario tener en cuenta y que muchas veces repercuten en la calidad de vida posterior del paciente de una forma importante, son los trastornos del ánimo o de la memoria. Es importante reconocerlos puesto que se pueden intentar tratar y pueden condicionar la evolución de la clínica y la rehabilitación.
La recuperación de un paciente con secuelas depende, sobre todo, de la rehabilitación que le podamos ofrecer
¿Cómo puede recuperarse un paciente que ha tenido un ictus?
La recuperación de un paciente con secuelas depende, sobre todo, de la rehabilitación que le podamos ofrecer. Es elemental buscar una rehabilitación temprana, intensiva y multidisciplinar, intentando ir avanzando en todas las áreas en las que el paciente tenga dificultades de una forma organizada y simultánea, según las necesidades en cada momento de la rehabilitación.
Actualmente, es importante destacar el peso de la robótica y la tecnología en el proceso de la rehabilitación, aunque no hay que olvidar que el peso del equipo de terapeutas (fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropsicólogos…) orquestados por un médico rehabilitador y en consonancia con un neurólogo es elemental para lograr la máxima funcionalidad posible y los objetivos planteados con cada paciente.
¿Cuándo se debe empezar rehabilitación del paciente?
Los últimos estudios avalan que, una vez pasado el momento agudo y con el paciente estabilizado hemodinámicamente, debemos empezar las terapias de rehabilitación adaptadas y personalizadas lo antes posible, siendo uno de los índices pronósticos más importantes. Siempre debe priorizarse la seguridad y la estabilidad clínica y hemodinámica del paciente, pero debemos intentar adaptar las terapias lo antes posible para conseguir una intervención de forma precoz en casos de pacientes con limitaciones como, por ejemplo, los que asocian patologías respiratorias.