La necesidad de dotar a los centros hospitalarios de una creciente mejora en la calidad asistencial contando con la experiencia y conocimientos de los profesionales se torna cada día más evidente. La tecnología de la información y las comunicaciones, en un importante desarrollo contínuo, permiten un acceso cada vez más fácil a la información clínica, que modifica la percepción de la evidencia.
El decálogo que Facme publicó en el mes de diciembre para el desarrollo de la gestión clínica busca la mejora de los centros y la mayor aportación de los profesionales:
- Prestar asistencia sanitaria de acuerdo con los principios del SNS y del correspondiente servicio de salud de la Comunidad Autónoma.
- Promover una atención integral centrada en el paciente.
- Debe permitir la transferencia de responsabilidad y riesgos a través de la autonomía de gestión.
- Facilitar el control y evaluación del SdS, mediante una gestión e información transparente.
- Conllevar una gestión guiada por la eficiencia clínica.
- Incorporar un modelo de incentivos ligados a la calidad y eficiencia.
- Debe promover la innovación e investigación, permitiendo el desarrollo de alianzas con la Universidad, la industria, etc.
- Contribuir a garantizar un modelo de formación pre y postgrado de alta calidad.
- Tiene que reutilizar los ahorros que se generen para mejoras que reviertan en la atención sanitaria y ayuden a conseguir los fines sociales del sistema sanitario público.
- Fomentar alianzas con la sociedad civil ( asociaciones de pacientes, ONGs, etcétera).
Sin embargo, este decálogo puede suponer la modificación del «régimen jurídico» de los médicos, y eso, después de la importante lucha contra la externalización de Madrid, parece que no será bien acogida. Desde el propio CESM no apuestan por el mismo proyecto porque el profesional, en este tiempo tan convulso lo que necesita, por encima de todo, es recuperar la confianza en el SNS y sus dirigentes.
