Hace falta invertir más en investigación básica en cáncer infantil

España

La incidencia del cáncer infantil es bastante inferior a la de los adultos, 142 casos por millón de habitantes al año (de acuerdo a los datos del Registro Nacional de Cáncer Infantil), pero según los expertos es necesario potenciar la investigación básica y concienciar a la sociedad de la importancia que tiene.

A pesar de ser la misma enfermedad en niños –entendiendo por niños aquellos con edades comprendidas entre cero y 15 años- que en adultos, el tipo de tumores que se desarrollan en unos pacientes y en otros es muy diferente; debido, principalmente, a que el cáncer es una enfermedad genética. Tal y como asegura el doctor Jordi Giralt, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Vall de Hebron, “en los menores, el problema surge en los tejidos que se están desarrollando y que sufren alteraciones genéticas específicas, mientras que en los adultos, muchas veces, los tumores están condicionados por las agresiones sufridas por el medio externo. Un buen ejemplo es el daño que provoca el tabaco en el cáncer de pulmón o de laringe”.

El cáncer infantil más común es el tumor hematológico (un 25% de los casos) y los del sistema nervioso central que, a diferencia de la incidencia que tienen en los adultos, en los niños son de los más habituales. Otros tipos de tumores muy poco frecuentes en mayores pero sí en los niños son los del sistema nervioso simpático, los sarcomas óseos y de tejidos blandos y el retinoblastoma (un cáncer de retina hereditario en el 25% de los casos y que se diagnostica en los primeros meses de vida).

La radioterapia también en niños
Las tasas de curación son muy altas, en torno al 75% de los niños diagnosticados sobreviven. Tal y como explica el especialista, “globalmente sí hay resultados buenos como en la enfermedad de hodgkin que representan un 95% de curación pero en algunos tipos de tumores se está lejos de conseguir un buen índice de supervivencia, como sucede con los tumores de tronco”.

En torno a un 60% de los pacientes oncológicos adultos recibirá radioterapia en algún momento de su enfermedad, mientras que en el caso de los menores será del 35%. Los efectos secundarios y las secuelas asociadas a este tipo de tratamiento son mayores en niños ya que existe riesgo de lesionar partes sanas que están en desarrollo. “Dada su naturaleza, el problema principal de la radioterapia es que puede afectar a órganos como los huesos. En los adultos, la irradiación de un hueso no representa un problema muy importante porque es una estructura ya consolidada y que tolera la radiación. En cambio, en el niño comporta alteraciones en el crecimiento, pero hay estrategias para minimizar estas toxicidades”, comenta el doctor Giralt.

Para evitar en gran medida que esto ocurra, los expertos adaptan el tratamiento de manera adecuada reduciendo la dosis y el volumen irradiado todo lo posible. “A pesar de los efectos que pueda causar, la radioterapia es un tratamiento imprescindible y sumamente eficaz”.

La radioterapia no duele
Otro de los aspectos que diferencia la enfermedad entre adultos y niños es que la edad es clave a la hora de enfrentarse a ella: “no es lo mismo tratar a un adulto que a un niño”, afirma el experto, y añade: “tampoco es igual hacerlo con uno de ocho años que con uno de dos, ya que al ser tan pequeños, la capacidad de interacción es prácticamente nula”.

Por la edad, la vulnerabilidad y el trato especial que reciben, la colaboración de la familia es imprescindible para que hagan frente a la enfermedad de la mejor manera posible. “Lo más normal es que los niños estén asustados, por eso, a los padres les damos unas pautas muy específicas para con sus hijos. Es necesario que les expliquen que van a ir al hospital, que les harán unas fotos que no duelen, que tendrán que estar muy quietos, que no podrán acompañarle pero que les esperarán fuera, etc. Esto, ayuda mucho a que el niño se tranquilice”, comenta el doctor. A medida que se les van mostrando las cosas se van dando cuenta de que la radioterapia no es dolorosa y colaboran sin problemas. “Además, hay que intentar que el menor esté lo más integrado posible en su ‘vida de niño’, que continúe con la escolarización y que esté en contacto con otros niños, porque no hay que olvidar que es un menor viviendo una situación de adulto”, concluye el doctor Giralt.

La radioterapia integrada en el equipo multidisciplinar
El tratamiento del cáncer requiere una atención multidisciplinar. Los pacientes deben ser evaluados por equipos multidisciplinares para poder dar al paciente la mejor recomendación terapéutica. Esta premisa es especialmente importante en oncología infantil. “Los niños con cáncer deben ser tratados en centros de referencia, por equipos expertos compuestos de distintos profesionales. Así es como se pueden conseguir los mejores resultados de curación con los menores efectos secundarios”. Es en este contexto donde los tratamientos de radioterapia pueden obtener su mayor eficacia.

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