Juan León García / Barcelona
La investigadora española Helena Legido-Quigley, firmante de estudios en medios como The Lancet o Nature, entre otros, ha apelado al mundo investigador y científico para “luchar más por conseguir líderes que entiendan la ciencia”. En respuesta a la noticia de que el antivacunas Robert F. Kennedy Jr. será el nuevo secretario de Salud del Gobierno de los Estados Unidos (EEUU) por deseo de Donald Trump, Legido-Quigley ha puesto este viernes de relieve que uno de los puntos para transformar los sistemas sanitarios pasa por tener gobernantes informados.
La profesora de sistemas de salud en el George Institute for Global Health y el Imperial College del Reino Unido ha sido la invitada a ofrecer la conferencia magistral del XLIV Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) que se celebra estos días en Barcelona. Precisamente, ella fue una de las autoras de un estudio que reunió a académicos y políticos para reflexionar de manera conjunta sobre los cambios que necesita el Sistema Nacional de Salud (SNS), y que fue publicado en The Lancet. “No tardaron ni media hora en ponerse todos de acuerdo”, ha apuntado.
Puntos prioritarios como la accesibilidad, calidad y sostenibilidad del SNS, con un enfoque puesto sobre la equidad y centrado en las personas. Pero también áreas que habría que reformar de manera urgente: en el caso de atención primaria, para que avance hacia un asistencia más personalizada y continuidad efectiva en los cuidados. Todo ello diseñado con un enfoque inclusivo “que inspire a otros países europeos en la colaboración y el consenso”.
Legido-Quigley detecta que la pandemia de Covid ha abierto una “ventana de oportunidad” en la transformación definitiva de la atención primaria global
Sea como fuere, Legido-Quigley detecta una “ventana de oportunidad” en una transformación definitiva de la atención primaria: la pandemia de Covid. Tras la emergencia sanitaria global, “todos o casi todos los países del mundo están pensando en transformarla”, más aún en un periodo de ‘no-crisis’ como el actual.
Tal y como ha expuesto, hay ejemplos y datos que refrendan este extremo. Un análisis de 15 años realizado en Noruega sobre 4,5 millones de ciudadanos concluyó que mantener el mismo médico de cabecera a largo plazo reduce la mortalidad hasta un 20%, y las visitas a Urgencias en un 30%.
OMS y cobertura sanitaria universal
En el mundo, 4.500 millones de personas carecían en 2021 de cobertura de servicios de salud esenciales. Otras 2.000 enfrentan dificultades financieras, por lo que tendrían nulo acceso a una asistencia costeada. Y, añadidas a estas, 1.000 millones de personas más experimentaban gastos “catastróficos” en salud. Datos que registró la Organización Mundial de la Salud (OMS) tan solo un año después de emitida la emergencia sanitaria global por la pandemia de Covid-19, que interrumpió los servicios esenciales en el 92% de los países. En 2022, todavía un 84% informaba de interrupciones en estos servicios.
Legido-Quigley se ha detenido en uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas: la mejora de la salud global (ODS 3). Lamentablemente, una minoría de países están hoy en posición de haber cumplido con los requisitos de este objetivo concreto (3,8%).
Sin embargo, la atención primaria recobra un papel esencial, ya que la OMS apuesta por avanzar hacia un enfoque basado en el primer nivel asistencial, la única manera de alcanzar una cobertura sanitaria universal. De hecho, ampliar las intervenciones de los médicos de familia podría salvar 60 millones de vidas. Y es más, la comisión reunida por la OMS para analizar dicha cobertura universal estimó que el 90% de las intervenciones esenciales pueden implementarse mediante un enfoque de atención primaria.
Tampoco hay que olvidar la financiación que permitiría lograrlo: la ONU valora la inversión adicional entre 200.000 y 328.000 millones de dólares anuales. Haría posible, en principio, desplegar un paquete de servicios de salud integral.
Primaria frente a enfermedades no transmisibles
La investigadora, que actualmente tiene un libro en proceso de publicación en el que colabora la Universidad de Harvard, también centra sus estudios en salud global. En el caso de la futura obra, que vería la luz para 2025, el enfoque es el fortalecimiento de primaria para la gestión de enfermedades no transmisibles.
Algunas de las conclusiones que ha compartido durante su exposición giran en torno a la necesidad de reforzar los equipos multidisciplinares; aumentar la accesibilidad física y digital o fomentar la participación comunitaria. Este último aspecto ya cuenta con más evidencia sobre su efectividad a la hora de mejorar la salud en su conjunto.
Todo lo anterior encuentra un escollo clave en el déficit de trabajadores sanitarios proyectado para 2030: harían falta más de 10 millones de profesionales, principalmente en los países de ingresos bajos y medios. Y de los que están en activo, el 15% de ellos ejercen fuera de su país natal o donde obtuvieron su primera certificación profesional. Un fenómeno que aceleró la pandemia.
Con todo, Legido-Quigley ha concluido que, para enfrentar los desafíos cruciales en el personal de salud, especialmente en atención primaria, será necesario un “mayor compromiso y priorización gubernamental en la próxima década”.