Takashi Nagai, el radiólogo que transformó la tragedia atómica en ciencia, fe y compasión

Belén de la Vega presenta “Reflexiones desde Nyokodo”, el testimonio médico, humano y espiritual de quien fue pionero en radiología y símbolo de la esperanza en la posguerra japonesa

Takashi-Nagai

Fátima del Reino Iniesta
Fotografías: Gabriela Vázquez Vegas
Vídeo: Fernando Guzmán Carpio
La presentación del libro Reflexiones desde Nyokodo de Ediciones Encuentro, obra del médico radiólogo japonés Takashi Nagai, se convirtió este martes en una profunda conversación sobre la práctica clínica, la ética médica y el papel del médico ante el sufrimiento del paciente. Durante el acto, moderado por Luis de Haro, director general de iSanidad, intervinieron el Dr. Eduardo Fraile, director médico hospital San Francisco de Asís, el Dr. Juan José Afonso, director general Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y el Dr. Juan Antonio Vargas, jefe de Servicio de Medicina Interna Hospital Puerta de Hierro y paciente oncológico, quienes ofrecieron una mirada personal, profesional y existencial a partir de la figura de Nagai.

Junto a ellos, la historiadora y traductora del libro, Belén de la Vega, subrayó la dimensión profundamente humana de Takashi Nagai. «Me ha hecho descubrir en él a un compañero de camino, alguien que está conmigo cuando yo tengo que afrontar todas las dificultades de mi vida”.

Más allá de la técnica: la humanidad como herramienta terapéutica

Takashi-Nagai«Ser médico no es una cuestión de técnica, sino de humanidad», afirmó el Dr. Eduardo Fraile, director médico y radiólogo, al reflexionar sobre el giro vital de Nagai desde la medicina interna hacia una disciplina entonces marginal como la radiología. “Él no quería ser radiólogo. Yo tampoco lo quería. Pero acabas fascinado por la manera en que se revela la vida humana desde otra óptica”, comentó.

Además, Fraile subrayó que, en la práctica actual, «el paciente no siempre está en el centro, aunque lo repetimos constantemente». A su juicio, esto tiene que ver con una desconexión que se gesta ya en la formación académica ya que, «la educación médica debería comenzar enseñando que el paciente es lo fundamental. Y eso a veces ocurre, pero otras no”.

«Un médico que no haya experimentado la enfermedad no puede comprender el corazón del paciente», Takashi Nagai, citado por Belén de la Vega

El Dr. Juan José Afonso, cirujano y director general de San Juan de Dios, fue tajante durante su intervención sobre la labor del médico en la relación con el paciente. «Somos prestadores de servicios en un momento de máxima fragilidad del otro”, destacó.  Durante su carrera como cirujano oncológico, relató momentos de madrugada «a los pies de la cama” en los que, tras conversaciones duras, surgía una esperanza que sólo nace del contacto humano real. Para él, la técnica sin humanidad se vuelve «seca y ácida».

Takashi-NagaiAsimismo, el Dr. Afonso resaltó la importancia de una medicina integradora. «La persona no es solo un cuerpo. Es también su historia, su espiritualidad, su relación con los demás. Si no vemos eso, reparamos solo una parte», subrayó. También defendió que el dolor del paciente no puede ser ignorado ni bloqueado por el profesional. «No somos responsables del dolor, pero sí si no hacemos caso a ese sufrimiento. Debemos acompañar incluso cuando no podemos curar”, recalcó.

Cabeza y corazón al servicio de la vida

El Dr. Juan Antonio Vargas, jefe de medicina interna y paciente oncológico, aportó una doble visión. «La medicina interna que él quería hacer, y la que yo he vivido, es la que se basa en escuchar, mirar, tocar. En la relación entre dos personas”, destacó. Desde su experiencia reciente como paciente, recalcó que había sentido un enorme cariño y que eso también era lo que le había curado, «no definitivamente, pero me ha ayudado a levantarme”.

«Ser médico no es una cuestión de técnica, sino de humanidad», subrayó Eduardo Fraile

Vargas defendió un modelo biopsicosocial y citó a Gregorio Marañón, «el mayor avance del siglo XX es la silla, por sentarte a hablar con tu paciente y ponerte en su lugar”. En relación con las malas noticias, insistió en la necesidad de conocer a fondo al paciente antes de comunicar un diagnóstico grave o un mal pronóstico. «No todas las personas son iguales. No puedes dar el mismo mensaje del mismo modo”.

Los tres médicos coincidieron en que la belleza está presente incluso en los hospitales, y que muchas veces depende más de la mirada que de las circunstancias. «La belleza está en los ojos que miran. Un hospital es bello cuando hay vocación de servicio”, declaró el Dr. Afonso. El Dr. Fraile compartió que, trabajando en un hospital católico, «la pastoral diaria de las hermanas misioneras ayuda a descubrir las necesidades ocultas de muchos pacientes», especialmente en dimensiones que los médicos, por tiempo o estructura, no siempre alcanzan.

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