Un estudio en futbolistas permite profundizar sobre los daños cognitivos que causan los impactos repetidos con balón

El estudio fue realizado por la Universidad de Columbia (EE.UU) en 352 futbolistas adultos profesionales en comparación con 77 atletas de la misma edad que no se exponen a cabecear un balón

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Fuente: Europa Press / Archivos

Redacción
Una técnica de imágenes cerebrales desarrollada por investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) ha estudiado los daños cognitivos que ocasionan en la cabeza los impactos repetidos al cabecear un balón de fútbol.

Este estudio, publicado en JAMA Network Open, se realizó en jugadores de fútbol amateur adultos de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos). Revela que las áreas de la corteza cerebral, situada justo detrás de la frente, son las que más sufren por los impactos repetitivos al cabecear un balón de fútbol. Esto convierte a las lesiones cerebrales en un enemigo del fútbol profesional.

«Lo importante de nuestro estudio es que muestra, realmente por primera vez, que la exposición a impactos repetidos en la cabeza provoca cambios específicos en el cerebro que, a su vez, perjudican la función cognitiva«, relata el líder del estudio, Michael Lipton, profesor de radiología e ingeniería biomédica en el Vagelos College of Physicians and Surgeons de la Universidad de Columbia.

«La exposición a impactos repetidos en la cabeza provoca cambios específicos en el cerebro que, a su vez, perjudican la función cognitiva»

El estudio también proporciona a los investigadores una herramienta de imágenes cerebrales que les permita detectar estas lesiones en las personas, así como aprender más sobre cómo los impactos repetitivos en la cabeza afectan al cerebro y desarrollar tratamientos.

Los resultados de esta investigación se corroboran con otro estudio realizado por el Dr. Michael Lipton en el que usando una técnica de imágenes diferente en la observación del cerebro se encontró daños relacionados en la misma área. Esto «refuerza nuestra conclusión de que estos cambios están mediando los efectos cognitivos del cabezazo«, expone Lipton.

Esta técnica utiliza resonancia magnética de difusión, que examina la microestructura y la organización celular. Los investigadores tomaron imágenes de los cerebros de estos deportistas para analizar la interfaz de materia blanca y gris en la corteza cerebral.

«Observamos esta interfaz porque la materia blanca y la materia gris tienen diferentes densidades y se mueven a distintas velocidades en respuesta al impacto en la cabeza«, explica Lipton. «Esto crea fuerzas de cizallamiento entre ambos tipos de tejido, lo que deja la interfaz entre ambas capas vulnerable a lesiones«.

La materia blanca y la materia gris tienen diferentes densidades y se mueven a distintas velocidades en respuesta al impacto en la cabeza

Estas técnicas, aunque eficaces, presentan obstáculos que limitan su capacidad para analizar las capas externas, que son las áreas más susceptibles de sufrir daños a causa de cabezazos. Sin embargo, Joan Song, un estudiante de posgrado del laboratorio de Lipton, desarrolló un método para caracterizar la microestructura dentro de las zonas de transición entre la materia gris y la blanca en la superficie externa del cerebro.

El equipo del Dr. Lipton comparó los resultados de las resonancias magnéticas y de las pruebas sencillas de aprendizaje y memoria de los 352 futbolistas aficionados adultos con 77 atletas de la misma edad que no se exponían a este riesgo. El análisis concluyó que los jugadores que más cabeceaban el balón presentaban transiciones más difusas entre la materia gris y la materia blanca en la región orbitofrontal, pero no en otras regiones.

Además, estos jugadores también obtuvieron un rendimiento ligeramente inferior en pruebas de aprendizaje y memoria, en comparación con los deportistas que casi no cabeceaban. Los mayores daños en la zona de transición relacionaron los impactos en la cabeza con un peor rendimiento en las pruebas y «es una evidencia muy sólida de que estos cambios microestructurales probablemente sean una causa de déficits cognitivos«, recalca Lipton.

«Es una evidencia muy sólida de que estos cambios microestructurales probablemente sean una causa de déficits cognitivos»

Ahora, los investigadores están estudiando la posible relación entre estos biomarcadores y el desarrollo posterior de encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad neurodegenerativa que se ha diagnosticado en atletas que experimentaron muchos impactos en la cabeza a lo largo de sus carreras como jugadores.

«La ubicación de la anomalía que informamos es notablemente similar a la patología de la ETC, aunque aún no sabemos si está relacionada con la ETC o si alguno de estos atletas actualmente sanos desarrollará ETC«. El laboratorio de Lipton también está investigando si la actividad cardiovascular puede ayudar a proteger el cerebro del daño causado por impactos repetitivos.

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