Los pacientes en tratamiento con anticoagulantes deben mantener un control óptimo de su medicación con el objetivo de reducir el riesgo de complicaciones como el ictus, que cada 15 minutos causa una muerte en España y otros embolismos o hemorragias graves.
Y es que así lo han destacado los profesionales sanitarios de la iniciativa ‘La salud del paciente, por delante’ que, impulsada por la farmacéutica Bayer, recuerda que en este control es clave que el índice INR que, mide la intensidad de la anticoagulación, se mantenga entre 2 y 3, para lo que las dosis de estos fármacos deben controlarse periódicamente mediante analíticas.
Uno de cada cuatro ictus que se registran en España, (unos 25.000), se asocian a la fibrilación auricular no valvular, que se considera la arritmia cardiaca más frecuente y se caracteriza por latidos cardiacos irregulares que pueden producir trombos capaces de llegar al cerebro y ocasionar un ictus.
El tratamiento indicado en estos casos es la anticoagulación pero la evidencia científica muestra que más del 30% de los pacientes que son tratados con fármacos antivitamina k, los anticoagulantes más clásicos, no alcanza un control óptimo.
Esto hace que en estos casos sea necesario identificar a los pacientes en los que el beneficio terapéutico de ser tratados con anticoagulantes de acción directa (ACODs) es mayor, en cuanto a la probabilidad de evitar un accidente cerebrovascular, efectos adversos y por su mejor perfil de seguridad.
Los ACODs han propiciado un “cambio de paradigma” en la prevención y tratamiento de esta enfermedad que, en nuestro país, al año afecta a cerca de 120.000 individuos, siendo en su mayoría mujeres, y de otros eventos cardiovasculares en pacientes con fibrilación auricular no valvular, patología que en España afecta a más de 800.000 personas.
Para ello, la iniciativa ‘La salud del paciente, por delante’ ha elaborado una infografía en la que explica cómo la gestión de estos pacientes depende de un grupo multidisciplinar de expertos (Cardiología, Medicina Interna, Neurología, Hematología, Medicina de Familia, Geriatría y Enfermería) que deben consensuar el tratamiento más adecuado para reducir el problema que representa la falta de control óptimo del tratamiento anticoagulante.
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