Las muertes por shock pueden evitarse con un diagnóstico precoz y preciso

Un diagnóstico precoz y preciso puede evitar cerca de la mitad de las muertes por shock que se producen al año, según los expertos que se dieron cita recientemente en la I Jornada de Shock que, organizada por el Grupo Español de Shock de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES), tuvo como sede el Colegio Oficial de Médicos de Madrid.

La mortalidad por shock oscila entre el 40 al 80%, pero como afirma la doctora Ana Navío, coordinadora del Grupo de Shock, “puede bajar si se identifica, diagnostica e inicia el paquete de medidas terapéuticas a tiempo”. Por ello, incide en que el diagnóstico precoz “es importante pues su morbimortalidad va a depender del estado evolutivo del paciente en el momento del diagnóstico”.

El shock es difícil definirlo con uno, dos o tres síntomas, y es que puede presentar un cuadro sintomático tan amplio que se definiría por la presencia de hipotensión (baja presión arterial), taquicardia, sudoración, palidez, coloración azulada, hiperventilación, oliguria (disminución en la producción de orina) y alteraciones del estado mental.

La característica principal es la incapacidad del corazón o de la circulación periférica de mantener la perfusión adecuada de órganos vitales, lo que provoca hipoxia tisular y fallo metabólico celular”, explica la doctora Navío.

Durante el mismo, “se desencadenan una serie de respuestas proinflamatorias que determinan el pronóstico del paciente, de modo que el tiempo que permanece en choque es vital en su evolución posterior. Además es fundamental identificar el tipo”, apunta.

En el ambiente intra-hospitalario el tipo de shock más habitual es el séptico, que ocurre cuando una infección grave en todo el cuerpo lleva a que se presente hipotensión arterial potenciamente mortal; en el pre-hospitalario, el más habitual es el hipovolémico hemorrágico, que sucede cuando la pérdida grave de sangre y líquido hace que el corazón sea incapaz de bombear suficiente cantidad de sangre al cuerpo, llegando a ocasionar este tipo de shock que muchos órganos dejen de funcionar.

Protocolo de actuación
El protocolo de actuación inicial ante un paciente con sospecha o evidencia de shock comprende, en primer lugar, “la identificación en el triaje y su traslado a la sala de reanimación para iniciar de forma precoz su valoración y tratamiento. Así, la elección del antibiótico adecuado y su administración en menos de una hora tras la sospecha diagnostica puede tener un impacto decisivo”, indica la doctora Navío que, señala como los síntomas pueden ser variados y de diferente intensidad, por lo que “podemos encontrarnos con pacientes que acudan a urgencias por su propio pie”.

Todos los pacientes deben recibir oxígeno a alto flujo, tener asegurada una vía intravenosa y establecer una monitorización básica.

Tal y como se recoge en el manual ‘Actualización del manejo del paciente en shock’, editado por el Grupo Español de Shock, las actuaciones iniciales deben tener como objetivos asegurar la vía aérea, el aporte de oxígeno y disponer de un buen acceso venoso. Así, se podrán controlar parámetros como la demanda de oxígeno a los tejidos; la presión arterial dentro de los límites normales; un flujo sanguíneo suficiente en órganos diana; la presión de perfusión adecuada, y la evitación de alteraciones del equilibrio ácido-base (acidosis) que puedan sugerir un shock evolucionado.

El paciente deberá recibir un seguimiento exhaustivo de su evolución, ya que “de persistir la situación, puede haber un fracaso multiorgánico con afectación irreversible celular, pudiendo acabar en muerte”, advierte la doctora Navío.

Por otro lado, la experta ha recordado la importancia que tiene el “contar con herramientas de diagnóstico y protocolos de actuación que permitan su abordaje de manera correcta”.

En este sentido, la incorporación de técnicas de monitoreo mínimamente invasivo y la nueva perspectiva que ofrece la ecografía al lado de la cama “hacen posible el tratamiento de los pacientes inestables hemodinámicamente”, señala la doctora. Asimismo, el equipo asistencial debe incorporar conocimientos fisiopatológicos relacionados con condiciones críticas para poder comprender y asistir a los pacientes con estas nuevas tecnologías.

La técnica de ecografía rápida en el shock se utiliza de manera activa al lado de la cama del paciente. “Así centramos la atención, no sólo en la alteración anatómica, sino también en la interpretación fisiopatológica y sus consecuencias hemodinámicas”, afirma la doctora. Esto permite diferenciar el tipo de choque en la recepción inicial de los servicios de urgencias, tanto los prehospitalarios como los intrahospitalarios, así como las distintas fases para poder ajustar el tratamiento.

Sin embargo, una cosa es la teoría, y otra bien diferente la práctica, y es que según el estudio Registro Español de Shock (RESH), realizado por el Grupo Español de Shock, dentro de la SEMES, la ecografía en el paciente en shock es poco habitual, ya que sólo se realiza en el 19% de los casos, además, en la mayoría de las veces es solicitada pasadas cuatro horas desde la llegada a urgencias.
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