Los cerebros de los adolescentes con trastorno de conducta son diferentes

En comparación con su grupo de pares, los jóvenes varones con graves problemas de comportamiento antisocial parecen tener diferencias significativas en la estructura del cerebro, lo que sugiere que problema de comportamiento se deriva de ciertos cambios en el desarrollo del cerebro a una edad temprana.

Ésta es la conclusión que se extrae de un estudio realizado por un equipo internacional, publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry.

El primer autor, Graeme Fairchild, profesor asociado de psicología anormal en la Universidad de Southampton, en Reino Unido, y sus colegas usaron imágenes por resonancia magnética (MRI) para examinar la estructura del cerebro de adolescentes y adultos jóvenes con diagnóstico de trastorno de conducta.

El trastorno de conducta es un conjunto de problemas de comportamiento persistentes que aparecen en la infancia y la adolescencia, como el comportamiento agresivo y destructivo, robar y mentir. En los niños mayores, también puede incluirse el hecho de quedarse fuera toda la noche y usar armas.

Los investigadores señalan que ya existe evidencia de que el cerebro de las personas con graves problemas de conducta es diferente, pero esto tiende a ser simplista y a estar centrado en regiones limitadas, como la amígdala – el centro de las emociones del cerebro.

Sin embargo, el trastorno de conducta es un trastorno del comportamiento complejo, y se podría esperar que las diferencias cerebrales sean más complejas y que afecten a más de una región del cerebro, sugieren.

Por tanto, en su investigación, el equipo buscó regiones del cerebro de similar o diferente espesor, ya que esto podría indicar un desarrollo coordinado o no coordinado entre las regiones.

Para el estudio, los investigadores llevaron a cabo escáneres cerebrales de resonancia magnética en 58 varones adolescentes y adultos jóvenes con diagnóstico de trastorno de conducta. También incluyeron a 25 compañeros sin tal diagnóstico, los controles “sanos”. Los participantes tenían edades comprendidas entre los 16 y 21 años.

La mayor parte del cerebro está implicada
Los investigadores observaron que de los participantes con un trastorno de conducta iniciado en la infancia – “early starters”- se obtuvo un número sorprendentemente alto de casos en los que las regiones del cerebro tenían el mismo espesor que los controles.

Por el contrario, de los participantes con trastorno de conducta iniciado en la adolescencia -o “late starters”- se observó un menor número de casos en los que las regiones del cerebro tenían el mismo espesor en comparación con los controles.

Los investigadores confirmaron los resultados con una muestra separada e independiente de 37 participantes con trastorno de conducta y 32 controles sanos. Todos los participantes en esta segunda muestra eran de sexo masculino, de entre 13 y 18 años de edad.

El profesor Fairchild dice que las diferencias entre los jóvenes con trastorno de conducta y sus compañeros sanos muestran que la mayor parte del cerebro está implicada, pero en particular las regiones frontales y temporales del cerebro.

Sostiene que los resultados son una “evidencia convincente” de que el trastorno de conducta es un “trastorno psiquiátrico real“, y no sólo una forma exagerada de rebelión del adolescente, como algunos expertos han sugerido.

El estudio también indica que hay importantes diferencias entre los cerebros de las personas que desarrollan el trastorno de conducta en la infancia y los que lo desarrollan más tarde, durante su adolescencia.

Sin embargo, mientras que los resultados ponen de relieve el papel fundamental que juega el cerebro en el desarrollo de los trastornos de conducta, no explican cómo se producen los cambios. Por ejemplo, en qué medida están influenciadas por los genes de las personas y en qué medida se ven afectadas por el entorno donde son criadas.

Si bien el estudio no responde a estas preguntas, los investigadores creen que los hallazgos podrían ayudar a medir el efecto de las intervenciones. Utilizando un mapa cerebral de los trastornos de conducta podría ser posible, por ejemplo, ver si las intervenciones como la terapia psicológica pueden revertir algunos de los cambios observados en el estudio.

Ahora se necesita más investigación para saber cómo utilizar estos resultados para ayudar clínicamente a estos jóvenes y examinar los factores que llevan a este patrón anormal de desarrollo cerebral“, concluyó el profesor Graeme Fairchild.
..Susana Calvo

Opinión

Multimedia

Especiales

Atención primaria

Sanidad privada

iSanidadental

Anuario

Accede a iSanidad

Síguenos en